26 de febrero de 2014

Haciendo frente al acoso escolar

La preadolescencia resulta especialmente complicada para los chicos. Tienen que hacer frente a  cambios evolutivos y con éstos, a cambios personales y psicológicos. Es frecuente que estos cambios den lugar a fluctuaciones en el humor, nerviosismo, temores… En esta etapa, los adolescentes son especialmente vulnerables ante situaciones de abuso en el aula. La personalidad de los chicos se está formando y encontramos desde estilos de interacción inhibida, pasando por la equilibrada y por relaciones basadas en la dominación.

Es frecuente que en esta etapa, las amistades cambien, las relaciones entre ellos sean tensas o ambivalentes (“amor-odio”) por lo que es determinante que se tenga una idea clara de qué consideramos maltrato para poder prevenirlo o para “actuar a tiempo”. Entendemos por maltrato “toda acción reiterada a través de diferentes formas de acoso u hostigamiento entre dos alumnos o entre un alumno y un grupo, en el que la víctima está en situación de inferioridad respecto al agresor”. De modo, que se considera tanto las agresiones físicas o el acoso sexual, como los insultos, motes, las amenaza, “hacer el vacío” o “marginar” a las víctimas.

Las estadísticas señalan la alta incidencia de nuevos casos de abuso entre menores. Esto se debe a que cada vez, los jóvenes encuentran nuevos medios para llevar a cabo este tipo de comportamientos (móvil, redes sociales, chats colectivos…) Estos últimos resultan especialmente incómodos y desagradables para los adolescentes, ya que en la mayoría de las ocasiones, el agresor es anónimo. A pesar de ello, los recursos para detectarlos son cada vez mayor y por ello los casos son abordados con cada vez mayor prontitud.

Señales que indican que nuestro hijo puede estar siendo maltratado:
  •          Se muestra triste y angustiado. Presenta síntomas depresivos.
  •          Está más nervioso, asustadizo o distraído.
  •          Aparecen conductas regresivas (micción nocturna, pesadillas…), tics nerviosos, labilidad emocional.
  •          Rechaza ir al colegio y todo lo relacionado con él. Miente y finge enfermedades con frecuencia.
  •          No tiene un grupo de apoyo.
  •          Presenta contusiones, heridas…
  •          Desaparecen tus pertenencias (móvil, dinero, mp4, ropa…)

Que nuestro hijo presente una o varias de estas señales, no significa que necesariamente esté siendo víctima de malos tratos en el aula. Si observamos alguna de ellas, así como otros comportamientos desajustados, es recomendable indagar más hablando con nuestro hijo, preguntando a su tutor…

Qué hacer cuando se confirma que nuestro hijo es víctima de acoso escolar:
  •          Apoyar y crear un clima de confianza en casa.
  •          Favorecer que nos cuente todo lo que ha ocurrido. Es necesario mostrar empatía y comprensión.
  •        Elogiar todos sus méritos y cualidades personales. Reforzar el esfuerzo y fortaleza que ha mostrado al confiar en nosotros.
  •         Ayudar a que cree nuevos grupos de actividades. Comprobar que sean entornos seguros.
  •     Mostrarnos dispuestos a escuchar e intentar ayudarles. Se debe llevar a cabo una supervisión para conocer el estado del problema.
  • Contactar con el centro escolar e informar de lo sucedido. Si las agresiones se mantienen, se puede acudir a la AMPA o al Defensor del Menor. Si observamos que hay un alto riesgo de peligrosidad, denunciar a la Policía. 


Paula Gordillo

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