28 de diciembre de 2014

Carta de los Reyes Magos a los padres

Mamá, mamá..mis amigas del cole dicen que los Reyes Magos son los padres, ¿es verdaaaad?
La madre de Maria sonríe, le da un beso y le dice:
- Mira Maria… Tengo que enseñarte algo que guardo en este cajón desde hace 7 años.
Su madre saca del cajón un sobre blanco. 
Lo abre y le dice a Maria:
- Esta carta la recibimos en casa el día en que naciste. Es una carta escrita por los Reyes Magos y que nos piden que les hagamos tres favores. ¿Quieres que te la lea?
- ¡Sí mamá, por faaaavor!
Apreciado papá y apreciada mamá de Maria,
Somos los Reyes Magos. Sabemos que acaba de nacer Maria. Es un niña preciosa que os va a hacer muy felices a los dos. Ya sabéis que cada 6 de enero nosotros vamos en silencio a casa de todos los niños y les dejamos unos regalitos para celebrar el nacimiento del niño Jesús y para decirles lo orgullosos que estamos de ellos.
Pero a partir de ahora no podremos hacerlo porque estamos muy viejecitos y cada vez hay más y más niños en este mundo. No podemos ir a casa de todos. Además, ayer me caí del camello y me rompí el brazo (soy Melchor, un poquito torpe); Gaspar es muy lento porque camina con la ayuda de un viejo bastón y Baltasar, ¡nuestro viejecito Baltasar!, se olvida siempre de dónde tiene la lista de los regalos. Como ves, ya estamos muy mayores y necesitamos pediros tres favores muy importantes:
1er favor: Que nos ayudéis a poner los regalos a los niños. Cada padre y madre harán nuestro trabajo el día de Reyes: leerán las cartas de sus hijos y, con la misma ilusión que la nuestra, les pondrán los regalos como si fuéramos nosotros. Así todos los niños del mundo tendrán sus regalos y nosotros podremos descansar y ver, desde lo lejos, sus caritas de alegría.
2º favor: Como esto es un gran secreto, no se lo podréis decir a Maria hasta que cumpla los 7 años. Cuando tenga esta edad, ya será mayor y sabrá guardar este secreto. Los niños pequeños no deben saber que nosotros ya no podemos poner los regalos y que son los padres los que nos ayudan porque sino… ¿qué pensarán de nosotros? ¿dónde estará la mágia? El secreto se ha de decir solo a los niños responsables, a los que ya pueden entender que nosotros les queremos mucho y que por eso pedimos ayuda a sus padres, las personas que más los quieren a ellos.
3er favor: Algunos padres que nos ayudan están enfermos o no tienen dinero para comprar regalos a sus hijos. Y también hay niños que no tienen la suerte de tener dos papás. Por eso, necesitamos que vuestros hijos se conviertan “un poquito” en Reyes Magos y compartan algunos regalos con los niños que no tienen tanta suerte como ellos.
Nada más. ¿No es demasiado, verdad? Cuando Maria te pregunte por primera vez quiénes son los Reyes Magos léele esta carta. Entenderá por qué nosotros hemos confiado en vosotros para hacer nuestro trabajo: porque sois las personas que más lo queréis en el mundo y que mejor pueden ver su enorme y bondadoso corazón de perla.
Melchor, Gaspar y Baltasar

21 de diciembre de 2014

El paquete de galletas

Cuando aquella tarde llegó a la vieja estación le informaron que el tren en el que ella viajaría se retrasaría aproximadamente una hora.
La elegante señora, un poco fastidiada, compró una revista, un paquete de galletas y una botella de agua para pasar el tiempo.
Buscó un banco en el andén central y se sentó preparada para la espera.
Mientras hojeaba su revista, un joven se sentó a su lado y comenzó a leer un diario.
De forma imprevista, la señora observó como aquel muchacho, sin decir una sola palabra, estiraba la mano, agarraba el paquete de galletas, lo abría y comenzaba a comerlas, una a una, tranquilamente.
La mujer se molestó por esto, no quería ser grosera, pero tampoco dejar pasar aquella situación o hacer de cuenta que nada había pasado; así que, con un gesto exagerado, tomó el paquete y sacó una galleta, la exhibió frente al joven y se la comió mirándolo fijamente a los ojos.
Como respuesta, el joven tomó otra galleta y mirándola la puso en su boca y sonrió.
La señora ya enojada, tomó una nueva galleta y con ostensibles señales de fastidio, volvió a comer otra, manteniendo de nuevo la mirada en el muchacho.
El diálogo de miradas y sonrisas continuó entre galleta y galleta.
La señora cada vez más irritada, y el muchacho cada vez más sonriente.
Finalmente, la señora se dio cuenta de que en el paquete solo quedaba la última galleta.
“No podrá ser tan descarado”, pensó mientras miraba alternativamente al joven y al paquete de galletas.
Con calma el joven alargó la mano, tomó la última galleta, y con mucha suavidad, la partió exactamente por la mitad.
Así, con un gesto amoroso, ofreció la mitad de la última galleta a su compañera de banco.
- ¡Gracias! – Dijo la mujer tomando con rudeza aquella mitad.
- De nada. – Contestó el joven sonriendo suavemente mientras comía su mitad.
Entonces el tren anunció su partida…
La señora se levantó furiosa del banco y subió a su vagón.
Al arrancar, desde la ventanilla de su asiento vio al muchacho todavía sentado en él andén y pensó:
“¡Que insolente, qué mal educado, qué ser de nuestro mundo!”
Sin dejar de mirar con resentimiento al joven, sintió la boca reseca por el disgusto que aquella situación le había provocado.
Abrió su bolso para sacar la botella de agua y se quedó totalmente sorprendida cuando encontró, dentro de su cartera, su paquete de galletas INTACTO.
Reflexión:
Cuantas veces nuestros prejuicios, nuestras decisiones apresuradas nos hacen valorar erróneamente a las personas y cometer las peores equivocaciones.
Cuántas veces la desconfianza, ya instalada en nosotros, hace que juzguemos, injustamente a personas y situaciones, y sin tener aun el por qué, las encasillamos en ideas preconcebidas, muchas veces tan alejadas de la realidad que se presenta.

16 de diciembre de 2014

EL BUSCADOR

Un día, el buscador sintió que debía ir hacia la ciudad de Kamir. Había aprendido a hacer caso riguroso de estas sensaciones que venían de un lugar desconocido de sí mismo. Así que lo dejó todo y partió.
Después de dos días de marcha por los polvorientos caminos, divisó, a lo lejos, Kamir. Un poco antes de llegar al pueblo, le llamó mucho la atención una colina a la derecha del sendero. Estaba tapizada de un verde maravilloso y había un montón de árboles, pájaros, y flores encantadores. La rodeaba por completo una especie de valla de madera lustrada.
Una portezuela de bronce lo invitaba a entrar.
De pronto, sintió que olvidaba el pueblo y sucumbió ante la tentación de descansar por un momento en aquél lugar.
El buscador traspasó el portal y empezó a caminar lentamente entre las piedras blancas que estaban distribuidas como al azar, entre los árboles.
Dejó que sus ojos se posaran como mariposas en cada detalle de aquél paraíso multicolor.
Sus ojos eran los de un buscador, y quizá por eso descubrió aquella inscripción sobre una de las piedras: “Abdul Tarej, vivió 8 años, 6 meses, 2 semanas y 3 días“.
Se sobrecogió un poco al darse cuenta de que aquella piedra no era simplemente una piedra: era una lápida.
Sintió pena al pensar que un niño de tan corta edad estaba enterrado en aquél lugar.
Mirando a su alrededor, el hombre se dio cuenta de que la piedra de al lado también tenía una inscripción. Se acercó a leerla. Decía: “Yamir Kalib, vivió 5 años, 8 meses y 3 semanas“.
El buscador se sintió terriblemente conmocionado.
Aquél hermoso lugar era un cementerio, y cada piedra era una tumba.
Una por una, empezó a leer las lápidas.
Todas tenían inscripciones similares: un nombre y el tiempo de vida exacto del muerto.
Pero lo que le conectó con el espanto fue comprobar que el que más tiempo había vivido sobrepasaba apenas los once años…
Embargado por un dolor terrible, se sentó y se puso a llorar.
El cuidador del cementerio, pasaba por allí y se acercó.
Lo miró llorar durante un rato en silencio y luego le preguntó si lloraba por algún familiar.
- No, por ningún familiar -dijo el buscador-. ¿Qué pasa en este pueblo? ¿Qué cosa tan terrible hay en esta ciudad? ¿Por qué hay tantos niños muertos enterrados en este lugar? ¿Cuál es la horrible maldición que pesa sobre esta gente, que les ha obligado a construir un cementerio de niños?
El anciano sonrió y dijo:
- Puede usted serenarse. No hay tal maldición. Lo que pasa es que aquí tenemos una vieja costumbre. Le contaré…: “Cuando un joven cumple 15 años, sus padres le regalan una libreta como esta que tengo aquí, para que se la cuelgue al cuello. Es tradición entre nosotros que, a partir de ese momento, cada vez que uno disfruta intensamente de algo, abre la libreta y anota en ella: A la izquierda, qué fue lo disfrutado y a la derecha, cuánto tiempo duró el gozo.
Conoció a su novia y se enamoró de ella. ¿Cuánto tiempo duró esa pasión enorme y el placer de conocerla? ¿Una semana? ¿Dos? ¿Tres semanas y media…? Y después, la emoción del primer beso, el placer maravilloso del primer beso… ¿cuánto duró? ¿El minuto y medio del beso? ¿Dos días? ¿Una semana?
¿Y el embarazo y el nacimiento del primer hijo…? ¿Y la boda de los amigos? ¿Y el viaje más deseado? ¿Y el encuentro con el hermano que vuelve de un país lejano? ¿Cuánto tiempo duró el disfrutar de estas situaciones? ¿Horas? ¿Días?
Así, vamos anotando en la libreta cada momento que disfrutamos… Cada momento.
Cuando alguien se muere, es nuestra costumbre abrir su libreta y sumar el tiempo de lo disfrutado para escribirlo sobre su tumba. Porque ese es, para nosotros, el único y verdadero TIEMPO VIVIDO”.
Jorge Bucay

14 de diciembre de 2014

Convivir con un niño con hiperactividad

En los últimos años hemos oído mucho hablar del trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), ya que cada vez más niños son diagnosticados con dicho trastorno. Cada vez son más los padres y profesores que se alarman cuando el comportamiento del niño no es adecuado o cuando molesta más que los otros niños.

Quizá nos asuste la idea de que nuestro hijo sea más movido que los demás niños de su edad, que interrumpa con frecuencia o no realice las tareas de casa y el colegio. Hay que tener en cuenta que las características de cada niño son diferentes y  ello no implica necesariamente que nuestro hijo tenga algún problema.

Además, los padres tienen que comprender que no es algo pasajero, que pasa a medida que su hijo crece, sino que requiere trabajo hacer que nuestros hijos aprendan a adaptarse a las necesidades del entorno. En estos casos, la constancia y la paciencia, por parte de los padres, para la educación de los niños con este trastorno, es fundamental.

Este trastorno, no sólo se caracteriza por los síntomas que podemos observar en el niño, sino que afecta de manera negativa tanto a sí mismo como al entorno en el que se relaciona:
  • Pueden tener problemas a la hora de aprobar las asignaturas por no llevar las tareas hechas. Tienen dificultades para aprobar exámenes por no leer bien los enunciados (inatención) o contestar de manera impulsiva
  • Pueden repetir curso.
  •  Suelen discutir con sus compañeros por no cumplir las normas del juego
  •   Pueden llegar a ser rechazados por sus iguales y sentirse aislados
  •  Las familias pueden tener un mayor nivel de estrés y una mayor frecuencia de sufrir síntomas depresivos
  • El niño puede tener baja autoestima

Convivir con un niño con hiperactividad puede resultar complicado si no se toman las medidas necesarias. En primer lugar, debemos dirigirnos a un especialista que haga una evaluación para descartar o no el problema, y en el caso que fuera necesario planificar un tratamiento adaptado a los problemas de niño.


Te damos algunas pautas útiles para que apliques en casa, con el objetivo de mejorar la convivencia y el desarrollo escolar y social de tu hijo.

-    Planifica las actividades diarias. Establece con tu hijo un horario en el que se vean reflejadas todas actividades que abarca el día, desde la hora de despertarse, hasta la hora de comer, hacer deberes o de ir a la cama. El horario debe estar colocado en un lugar visible para todos.

-     Establece normas en casa. Es importante el niño conozca tanto las normas como sus consecuencias positivas o negativas.

-      Asegúrate de que entiende las instrucciones. Las instrucciones deben ser cortas y muy concretas. Antes de que realice la instrucción, pregúntale qué es lo que tiene que hacer, así comprobarás si lo ha entendido o no.

-        Premia las buenas conductas. Las personas, y más en concreto los niños, aprendemos por un sistema de refuerzos y castigos. Es importante premiar las conductas que consideramos adecuadas si queremos que las vuelva a repetir.
Premia también el esfuerzo que hace a la hora de estudiar, no tanto los resultados que obtenga en las asignaturas.

-       Aplica lo aprendido en otros ámbitos. Para conseguir un buen funcionamiento de nuestro hijo, es adecuado que las normas y recompensas se establezcan de igual forma en otros ámbitos. Por ello sería importante que los profesores usaran las mismas estrategias que los padres.


Silvia Abbad-J.A.

12 de diciembre de 2014

¡Hoy no duermo!: La privación del sueño

Dormir es una necesidad vital. Al igual que respirar o comer, es una conducta innata que realizamos los humanos todos los días. Algunas de estas necesidades vitales se pueden controlar en mayor o menor medida, como la de comer. Sin embargo no podemos desafiar a nuestro organismo a no dormir, tarde o temprano el sueño llegará.

Estas conductas son vitales, es decir, necesitamos de ellas para poder vivir. Quizás hayas podido comprobar por ti mismo qué sucede cuando no las llevamos a cabo, por ejemplo: si no comes tendrás hambre, te dolerá el estómago y te “sonarán las tripas.”

En cuanto al sueño, ¿cuánto tiempo ha sido el máximo que has estado sin dormir? Si has tenido que estudiar, terminar un trabajo, has salido por la noche hasta tarde… Cuando pasamos tiempo sin dormir nos sentimos cansados, nuestras capacidades cognitivas como la atención, la memoria y la percepción pierden eficacia, o aparecen distorsiones perceptivas o incluso alucinaciones. 

¿Alguna vez te has preguntado cuánto tiempo podría una persona aguantar sin dormir? Lo que los expertos han podido determinar que el récord lo tiene un estudiante de EEUU, con 17 años, Randy Gardner. Este estudiante estuvo despierto durante 264 horas, 11 días.

¿Qué ocurre con las personas a las que se les ha privado de sueño y se les permite dormir de nuevo? El sueño perdido no lo van a recuperar, pero las primeras noches dormirán más de lo que es habitual en ellos. Por lo tanto, cuando pasamos alguna noche en vela o dormimos menos de lo que necesitamos, esas horas de sueño no las recuperamos.

Además, la privación de sueño tiene consecuencias negativas para nuestra salud, incrementando el riesgo de enfermedades cardíacas e hipertensión. La falta de sueño también afecta al estado de ánimo y a nuestro sentido del humor.

¿Y por qué dormimos? Todas las personas necesitamos dormir y descansar, aunque unas personas necesiten menos horas que otras o se tenga un sueño más o menos profundo.

El sueño tiene una función reparadora muy importante, ya que interviene en procesos como la reparación de tejidos, la consolidación de la memoria y el aprendizaje o el crecimiento.

Por ello destacamos la importancia de dormir y que el sueño sea reparador.


Silvia Abbad-J.A.

9 de diciembre de 2014

Dos sacos

Una antigua leyenda explica que tres hombres caminaban cargando, cada uno de ellos, con dos sacos sujetos a su cuello. Un saco colgaba por la parte anterior del cuello y el otro por la parte posterior, sobre la espalda.

Cuando al primero le preguntaron qué había en sus sacos, dijo:
·         Todo lo bueno que me han dado mis amigos se halla en el saco de atrás, ahí fuera de la vista. Por eso, al poco tiempo, me olvido de ello. El saco de enfrente, contiene todas las cosas desagradables que me han acontecido, todas las ofensas que me han infligido y, en mi andar, me detengo con frecuencia, extraigo estas cosas y las miro desde todos los ángulos posibles. Me concentro en los elementos de mi saco anterior, los estudio, dirijo todos mis pensamientos y sentimientos hacia ellos.

Su respuesta explicaba por qué el primer hombre avanzaba muy poco en su camino: se detenía siempre para reflexionar sobre cosas desafortunadas que le habían sucedido en el pasado.

Cuando preguntaron al segundo hombre qué era lo que llevaba en sus sacos, él respondió:
·         En el saco de enfrente, están todas las buenas acciones que he hecho. Las llevo delante de mí y continuamente las ventilo y las exhibo para que todo el mundo las vea. En el saco de atrás llevo cargados todos mis errores, las ofensas y pesares. Cargo siempre con ambos sacos dondequiera que vaya. Es mucho lo que pesan y no me permiten avanzar con rapidez, pero, por alguna extraña razón, no puedo desprenderme de ellos.


Al preguntarle al tercer hombre sobre sus sacos, él contestó:
·         El saco que llevo delante está lleno de maravillosos pensamientos, acerca de la gente, los actos bondadosos que han realizado y todo lo bueno que he disfrutado en mi vida. Es un saco grande y está lleno, pero no pesa mucho. Su peso es como las velas de un barco, lejos de ser una carga, me ayuda a avanzar. Por otro lado, el saco que acarreo a mis espaldas está vacío, puesto que le he hecho un gran orificio en el fondo. En éste, pongo todo lo malo que escucho sobre los demás y sobre mí mismo. Todas estas cosas van saliendo por el agujero y se pierden para siempre, de modo que no hay peso que me haga más penoso el trayecto.

Podemos elegir el sendero que queremos recorrer. Podemos elegir con qué equipaje viajar. Nosotros decidimos qué cargamos y qué dejamos. Somos responsables de las consecuencias que se derivan de nuestras elecciones.

5 de diciembre de 2014

Palabras en juego

“Se cuenta que una vez se reunieron en un lugar de la Tierra todos los sentimientos y cualidades de los seres humanos. Cuando el Aburrimiento ya hubo bostezado por tercera vez durante la reunión que tenían, la Locura, como siempre tan loca,  les hizo una propuesta:
-¡Vamos a jugar al escondite!
-¿Al escondite? ¿Y cómo se juega a eso?
- Es un juego- explicó la Locura- que consiste en que yo me tapo los ojos y empiezo a contar desde uno hasta mil, mientras vosotros os escondéis. Cuando yo haya terminado de contar, el primero que encuentre ocupará mi lugar para continuar el juego.
El Entusiasmo bailó secundado por la Euforia. La Alegría dio tantos saltos que terminó por convencer a la Duda, e incluso la Apatía, que nunca se movía por nada, se levantó del sillón.
Pero no todos quisieron participar. La Verdad prefirió no esconderse, ¿para qué iba a hacerlo si siempre la hallaban? Y la Soberbia opinó que este juego era muy tonto (en el fondo se sentía molesta de que esta idea no hubiera sido suya). La Cobardía tampoco jugó puesto que decidió que era mejor no arriesgarse.
Uno, dos, tres… comenzó a contar la Locura. La primera en esconderse fue Pereza, que, como siempre, se dejó caer tras la primera piedra que encontró. La Fe subió al cielo, y la Envidia se escondió tras la sombra del Triunfo, que con su propio esfuerzo había logrado subir a la copa del árbol más alto que había en las cercanías.
La Generosidad no hallaba su lugar puesto que cada sitio que encontraba le parecía maravilloso para alguno de sus amigos, a los que cedía el puesto. ¿Un lago cristalino?: era ideal para la belleza; ¿la rendija de un árbol?: un lugar perfecto para la Timidez; ¿el vuelo de la mariposa?: lo mejor para la Voluptuosidad; ¿una ráfaga de viento?: magnífico para la Libertad. Así que Generosidad acabó ocultándose en un rayito de sol.
El Egoísmo, en cambio, encontró un sitio muy bueno desde el principio, ventilado y cómodo, pero sólo para él. La Mentira se escondió en el fondo de los océanos, y la Pasión y el Deseo se escondieron en el centro de los volcanes. El Olvido… no recuerdo dónde se escondió, pero esto no es lo importante.
Cuando la Locura llegó al 999, el Amor aún no había encontrado un lugar para esconderse: todo estaba ya ocupado; hasta que divisó un rosal y, enternecido, decidió esconderse entre sus rosas.
La Locura acabó de contar y empezó a buscar. La primera en aparecer fue la Pereza, sólo a tres pasos de una piedra. Después escuchó a la Fe, discutiendo con Dios en el cielo; y a la Pasión y al Deseo se les sintió vibrar en los volcanes. En un descuido encontró a la Envidia y le fue muy fácil deducir que muy cerca se hallaba el Triunfo. Al Egoísmo no tuvo ni que buscarlo, él solito salió de su escondite porque era un nido de avispas.
De tanto caminar sintió sed y, al acercarse al lago, descubrió a la Belleza. Con la Duda resultó mucho más fácil, puesto que la halló sentada en un tronco sin decidir aún hacia qué lado dirigirse para esconderse. Así fue encontrando a todos: al Talento, entre la hierba fresca; a la Angustia, en un pozo oscuro; a la Mentira, en el fondo del océano, y hasta al Olvido, que ya no recordaba que estaban jugando al escondite.
Sólo el Amor no aparecía. La Locura buscó detrás de cada árbol, dentro de cada arroyo, en la cima de las montañas y, cuando ya se daba por vencida, divisó un rosal lleno de rosas. Tomó una horquilla y empezó a mover las ramas. De pronto se escuchó un doloroso grito. El movimiento de las ramas hizo que unas espinas hiriesen los ojos del Amor. La Locura no sabía qué hacer para disculparse: lloró, rogó, imploró, pidió perdón y, para compensarle de alguna manera, le prometió ser su lazarillo hasta que viera de nuevo.
El Amor recuperó la vista, pero desde aquella ocasión y sin saber por qué, hay momentos que no ve. Desde entonces, cuando el Amor se vuelve ciego, la Locura lo acompaña.”
Libro “Aplícate el cuento” de Jaume Soler y M. Mercè Conangla. Ed. Amat