Dormir es una necesidad vital. Al igual que respirar o comer,
es una conducta innata que realizamos los humanos todos los días. Algunas de estas
necesidades vitales se pueden controlar en mayor o menor medida, como la de
comer. Sin embargo no podemos desafiar a nuestro organismo a no dormir, tarde o
temprano el sueño llegará.
Estas conductas son vitales, es decir, necesitamos de ellas
para poder vivir. Quizás hayas podido comprobar por ti mismo qué sucede cuando
no las llevamos a cabo, por ejemplo: si no comes tendrás hambre, te dolerá el
estómago y te “sonarán las tripas.”
En cuanto al sueño, ¿cuánto tiempo ha sido el máximo que has
estado sin dormir? Si has tenido que estudiar, terminar un trabajo, has salido
por la noche hasta tarde… Cuando pasamos tiempo sin dormir nos sentimos
cansados, nuestras capacidades cognitivas como la atención, la memoria y la
percepción pierden eficacia, o aparecen distorsiones perceptivas o incluso
alucinaciones.
¿Alguna vez te has preguntado cuánto tiempo podría una
persona aguantar sin dormir? Lo que los expertos han podido determinar que el
récord lo tiene un estudiante de EEUU, con 17 años, Randy Gardner. Este
estudiante estuvo despierto durante 264 horas, 11 días.
¿Qué ocurre con las personas a las que se les ha privado de
sueño y se les permite dormir de nuevo? El sueño perdido no lo van a recuperar,
pero las primeras noches dormirán más de lo que es habitual en ellos. Por lo
tanto, cuando pasamos alguna noche en vela o dormimos menos de lo que
necesitamos, esas horas de sueño no las recuperamos.
Además, la privación de sueño tiene consecuencias negativas
para nuestra salud, incrementando el riesgo de enfermedades cardíacas e
hipertensión. La falta de sueño también afecta al estado de ánimo y a nuestro
sentido del humor.
¿Y por qué dormimos? Todas las personas necesitamos dormir y
descansar, aunque unas personas necesiten menos horas que otras o se tenga un
sueño más o menos profundo.
El sueño tiene una función reparadora muy importante, ya que
interviene en procesos como la reparación de tejidos, la consolidación de la
memoria y el aprendizaje o el crecimiento.
Por ello destacamos la importancia de dormir y que el sueño
sea reparador.
Silvia Abbad-J.A.
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