18 de octubre de 2014

¿Por qué nos cuesta tanto ayudar a los demás?


Vivimos en un mundo en el que primero miramos por nosotros mismos y si nos sobra tiempo, nos paramos a pensar en los demás. Pero esto no es nuevo, y parece que la resistencia a ayudar a quien lo necesita es bastante común en el ser humano.
A lo largo de los años han sido muchos los psicólogos que han querido encontrarle explicación a este fenómeno. Los experimentos partían de la misma situación, una persona necesitaba ayuda por haber tenido un accidente o estar en apuros y se observaba cómo reaccionaban las personas que estaban presentes.
La primera conclusión es que cuando hay varios testigos, es más probable que no se ayude, pero ¿por qué? La respuesta es que nadie ayuda porque esperan a ver qué hacen los demás, es decir, que haya otra persona favorece que no se haga nada. A esto es a lo que se le denomina efecto espectador.

Pero también se ha visto que hay otras razones para que esto ocurra:
  • Sensación de responsabilidad: cuando hay más personas presentes la responsabilidad “se reparte” y por tanto, también disminuye la probabilidad de que se proporcione ayuda. Esto cambia si no podemos marcharnos de la situación o si tenemos a la persona necesitada muy cerca, ya que en este caso si es probable que ayudemos.
  • Percepción de utilidad: sentir que tenemos capacidad para ayudar es otro determinante clave. Si creo que tengo las aptitudes para ayudar, ayudaré pero si considero que puedo hacer más daño que bien, es probable que no haga nada a pesar de que la persona esté sufriendo.
  • Valoración de lo que “perdemos o ganamos”: si tras una primera valoración de la situación concluimos que pararnos nos va a causar más problemas que beneficios, es muy probable que pasemos de largo.
  • Propio beneficio: aunque a veces nos cueste ayudar, cuando vemos sufrir a una persona es muy probable que nos sintamos mal y le ayudemos para reducir nuestro malestar o en el lado opuesto, podemos marcharnos sin ayudar y sentirnos bien al habernos alejado de la persona que sufre.


Sea cual sea la causa que entre en juego, podemos cambar nuestra forma de comportarnos si realmente lo deseamos. No te dejes arrastrar por la tendencia del ser humano y ¡practica el altruismo! Ser altruista es una de las cosas que mayor bienestar supone y un camino que nos lleva directos a la felicidad. ¡¡¡Con el altruismo todos ganamos!!!

Paula Gordillo


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