En los últimos años hemos oído mucho hablar del trastorno por
déficit de atención con hiperactividad (TDAH), ya que cada vez más niños son
diagnosticados con dicho trastorno. Cada vez son más los padres y profesores
que se alarman cuando el comportamiento del niño no es adecuado o cuando
molesta más que los otros niños.
Quizá nos asuste la idea de que nuestro hijo sea más movido
que los demás niños de su edad, que interrumpa con frecuencia o no realice las
tareas de casa y el colegio. Hay que tener en cuenta que las características de
cada niño son diferentes y ello no
implica necesariamente que nuestro hijo tenga algún problema.
Además, los padres tienen que comprender que no es algo
pasajero, que pasa a medida que su hijo crece, sino que requiere trabajo hacer
que nuestros hijos aprendan a adaptarse a las necesidades del entorno. En estos
casos, la constancia y la paciencia, por parte de los padres, para la educación
de los niños con este trastorno, es fundamental.
Este trastorno, no sólo se caracteriza por los síntomas que
podemos observar en el niño, sino que afecta de manera negativa tanto a sí
mismo como al entorno en el que se relaciona:
- Pueden tener problemas a la hora de aprobar las asignaturas por no llevar las tareas hechas. Tienen dificultades para aprobar exámenes por no leer bien los enunciados (inatención) o contestar de manera impulsiva
- Pueden repetir curso.
- Suelen discutir con sus compañeros por no cumplir las normas del juego
- Pueden llegar a ser rechazados por sus iguales y sentirse aislados
- Las familias pueden tener un mayor nivel de estrés y una mayor frecuencia de sufrir síntomas depresivos
- El niño puede tener baja autoestima
Convivir con un niño con hiperactividad puede resultar complicado si
no se toman las medidas necesarias. En primer lugar, debemos dirigirnos a un
especialista que haga una evaluación para descartar o no el problema, y en el
caso que fuera necesario planificar un tratamiento adaptado a los problemas de
niño.
Te damos algunas pautas útiles para que apliques en casa, con
el objetivo de mejorar la convivencia y el desarrollo escolar y social de tu
hijo.
- Planifica las actividades diarias. Establece con tu hijo un horario en
el que se vean reflejadas todas actividades que abarca el día, desde la hora de
despertarse, hasta la hora de comer, hacer deberes o de ir a la cama. El
horario debe estar colocado en un lugar visible para todos.
- Establece normas en casa. Es importante el niño conozca tanto
las normas como sus consecuencias positivas o negativas.
- Asegúrate de que entiende las
instrucciones. Las
instrucciones deben ser cortas y muy concretas. Antes de que realice la
instrucción, pregúntale qué es lo que tiene que hacer, así comprobarás si lo ha
entendido o no.
- Premia las buenas conductas. Las personas, y más en concreto los
niños, aprendemos por un sistema de refuerzos y castigos. Es importante premiar
las conductas que consideramos adecuadas si queremos que las vuelva a repetir.
Premia también el esfuerzo que hace a
la hora de estudiar, no tanto los resultados que obtenga en las asignaturas.
- Aplica lo aprendido en otros ámbitos. Para conseguir un buen
funcionamiento de nuestro hijo, es adecuado que las normas y recompensas se
establezcan de igual forma en otros ámbitos. Por ello sería importante que los
profesores usaran las mismas estrategias que los padres.
Silvia Abbad-J.A.
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