7 de julio de 2014

LAS LLAVES DE LA FELICIDAD


En una dimensión del Universo se reunieron las fuerzas creadoras de los mundos dispuestas a realizar su papel con el ser humano. Estos dioses tenían un gran sentido del humor, y decidieron gastar una broma en el hermoso planeta azul. Decidieron determinar cuál sería el lugar que a los seres humanos más les costaría encontrar. Una vez hallado, depositarían allí las llaves de su felicidad.

Bien, las esconderemos en lo más profundo de los mares –dijo uno de ellos.

-Ni hablar –opuso otro rápidamente–. El ser humano avanzará en sus ingenios científicos y podrá llegar hasta allí y encontrarlas.

-Bueno, pues podríamos esconderlas en lo profundo de los volcanes –dijo otro de los presentes.

-Tampoco –volvió a replicar un tercero. Resultará inútil, porque así como será capaz de dominar las aguas, también será capaz de dominar el fuego.

-¿ Y por qué no bajo las rocas más sólidas y profundas de la tierra? –propuso un presente.

-Inútil –replicó un compañero–. En unos pocos miles de años el hombre dispondrá de capacidades para sondear los subsuelos y extraer todos los metales y piedras preciosas que desee.

Se hizo un silencio primordial hasta que, al fin, el que destacaba por su ingenio dijo con solemnidad y regocijo:

-Esconderemos las llaves de la felicidad en un lugar que el hombre, por más que busque, tardará mucho, mucho tiempo en suponer e imaginar.

-¿Dónde?, ¿dónde? –preguntaron con ansiosa curiosidad los que conocían su sagacidad y lucidez.

-El lugar del Universo que el hombre más tardará en mirar, y en consecuencia hallar, es el interior de su corazón. Y todos estuvieron de acuerdo.


No esperes encontrar la felicidad fuera de ti, sólo buscando en tu interior podrás encontrarla

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