Es frecuente que los padres se sientan desbordados cuando sus
hijos no les hacen caso, cuando parece que no les escuchan, cuando hacen lo que
quiere y cuando quieren. Estas situaciones se vuelven desagradables cuando los
padres, por desesperación, les dan órdenes de forma inadecuada pensando que así
sus hijos les harán caso inmediatamente.
Para evitar estas situaciones, los padres deberían determinar
unos límites y unas normas, en los que se establece lo que pueden hacer y hasta
dónde pueden llegar y que todos deben cumplir, ya que de lo contrario habrá
consecuencias negativas.
Los límites y las reglas son importantes y necesarios para el
correcto desarrollo y crecimiento del menor, ya que harán que se sienta más
seguro y protegido. Debemos establecer normas dentro de la familia para un
correcto funcionamiento de ésta, ya que regulan la vida cotidiana y evitan
conflictos entre los miembros.
Características que deben tener los límites que vamos a
establecer:
- El
mensaje debe centrarse sobre la conducta, no sobre la valía del niño. Por ejemplo,
si estamos hablando con nuestro hijo y nos interrumpe lo correcto es decirle “Espera
que termine de hablar y después podrás
hacerlo tú”, en vez de decirle “Eres un pesado”.
- Ser
lo más concretos posible, cuanto más especifiquemos lo que queremos más fácil
será para nuestro hijo hacerlo bien. Si las órdenes son largas lo que
conseguiremos es que el niño las ignore.
- Hablar
con clama, sin gritar, ya que si lo hacemos de esta manera podemos encontrar
como respuesta oposicionismo y rabietas por parte del menor.
- Fijar
las consecuencias que traerá consigo el cumplimiento o no de la norma o límite.
- Lo
más importante: actuar en consecuencia, tanto si lo ha cumplido, para ellos
aplicaremos un refuerzo o premio, como si no, aplicando en este caso un castigo.
¿Cómo tenemos que dar una orden para que sea eficaz?
Las órdenes deben aplicarse en todos los casos, NO unas veces
sí y otras no. Antes de dar una orden, nuestro hijo tiene que estar informado
de cuáles son las normas y los límites que se han establecido y las
consecuencias de su incumplimiento, así será más sencillo que la lleve a cabo.
- Deben
ser claras y precisas (el niño tiene que saber exactamente qué es lo que se
está pidiendo que haga).
- Ser
comprensibles para los niños (hay que usar un lenguaje sencillo y adecuado a la
edad del niño).
- No
deben entrar en contradicción con otras.
- Deben
darse de una en una, limitarnos a una sola instrucción y suficientemente
espaciadas en el tiempo.
- Deben
estar expresadas de una forma positiva. Cuando damos órdenes negativas estamos
atendiendo a lo que no tiene que hacer, pero no le decimos qué es lo adecuado.
- Debe
darse un refuerzo al pequeño por llevarlo a cabo.
Hay veces que tenemos que negarle algo y por ello ¿soy mal
padre/madre cuando le digo a algo que no? No hay que sentirse culpables por
decir no. Se trata de un aprendizaje para el futuro, para enfrentarse a muchas
frustraciones. En ocasiones solemos utilizar justificaciones para evitar decir no
a nuestros hijos (por miedo a cómo vaya a reaccionar, por el poco tiempo que
pasamos con ellos, si estamos cansados…), sin embargo debemos ser asertivos y
decir no cuando haya que decirlo.
El trabajo de educar a nuestros hijos es duro y que requiere constancia,
hay que ponerlo en práctica día a día. Además es muy importante el acuerdo de
los padres ante todo, hay que armarse de paciencia y actuar siempre del mismo
modo.
Silvia Abbad-J.A.