29 de mayo de 2014

¿Eres emocionalmente inteligente?

Puede que ya hayas oído hablar sobre la “Inteligencia emocional” y su importancia en nuestro día a día. Pero, ¿qué significa realmente?

A lo largo de los años se han aportado diferentes definiciones, siendo la más popular la que define a la Inteligencia Emocional (IE) como la capacidad para manejar nuestras emociones con el fin de gestionar nuestro pensamiento y a la inversa, para que a través de nuestro razonamiento se puedan abordar las emociones.



Para que esto pueda llevarse a cabo debemos ser capaces de percibir lo que sentimos, estar abiertos a nuestras emociones sin rechazarlas,  comprender por qué aparecen y gestionarlas de forma adecuada. Aunque parece fácil, a veces nuestros cambios emocionales son debidos a que no hemos abordado de forma adecuada alguno de estos puntos.

Por tanto, parece que ser emocionalmente inteligentes es muy interesante y merece la pena trabajar para conseguir serlo. No obstante hay en algunas áreas en que resulta especialmente útil la inteligencia emocional:
  • Relaciones sociales: para la mayoría de nosotros la relación con los demás es una de las cosas que más satisfacción nos produce. La IE nos ayuda a expresar mejor nuestros objetivos, emociones, favorece la empatía y somos capaces de comprender mejor las reacciones de los demás. 
  • Rendimiento académico y laboral: la razón principal es que somos capaces de manejar de forma más adecuada emociones como el estrés, ansiedad, angustia… Y también permite que no nos dejemos atrapar por pensamientos de autocrítica y de falta de valía en nuestro desempeño diario
  • Equilibrio psicológico: la IE es un antídoto ante las emociones negativas y al mismo tiempo genera tanto pensamientos como sentimientos positivos. Esto es debido a que vemos la vida como menos peligrosa y somos capaces de hacer frente a las adversidades de la vida con mayor optimismo.
  • Conductas de riesgo: la investigación nos demuestra que la gestión adecuada de las emociones está relacionada con reducción de conductas de riesgo como el consumo de drogas. Cuando somos capaces de gestionar nuestros pensamientos y sentimientos, no necesitamos recurrir a “métodos” más desesperados para sentirnos mejor.


Y lo mejor de la Inteligencia Emocional es que podemos aprenderla y cultivarla. Si crees que es una asignatura pendiente, no te preocupes porque nunca es tarde para empezar en la aventura del desarrollo del crecimiento personal.



Paula Gordillo Montilla

27 de mayo de 2014

El cuento de la vaca

Un maestro samurai paseaba por un bosque con su fiel discípulo, cuando vio a lo lejos un sitio de apariencia pobre, y decidió hacer una breve visita al lugar. Durante la caminata le comentó al aprendiz sobre la importancia de realizar visitas, conocer personas y las oportunidades de aprendizaje que obtenemos de estas experiencias. Llegando al lugar constató la pobreza del sitio: los habitantes, una pareja y tres hijos, vestidos con ropas sucias, rasgadas y sin calzado; la casa, poco más que un cobertizo de madera...

Se aproximó al señor, aparentemente el padre de familia y le preguntó: “En este lugar donde no existen posibilidades de trabajo ni puntos de comercio tampoco, ¿cómo hacen para sobrevivir? El señor respondió: “amigo mío, nosotros tenemos una vaca que da varios litros de leche todos los días. Una parte del producto la vendemos o lo cambiamos por otros géneros alimenticios en la ciudad vecina y con la otra parte producimos queso, cuajada, etc., para nuestro consumo. Así es como vamos sobreviviendo.”

El sabio agradeció la información, contempló el lugar por un momento, se despidió y se fue. A mitad de camino, se volvió hacia su discípulo y le ordenó: “Busca la vaca, llévala al precipicio que hay allá enfrente y empújala por el barranco.”

El joven, espantado, miró al maestro y le respondió que la vaca era el único medio de subsistencia de aquella familia. El maestro permaneció en silencio y el discípulo cabizbajo fue a cumplir la orden.

Empujó la vaca por el precipicio y la vio morir. Aquella escena quedó grabada en la memoria de aquel joven durante muchos años.

Un bello día, el joven agobiado por la culpa decidió abandonar todo lo que había aprendido y regresar a aquel lugar. Quería confesar a la familia lo que había sucedido, pedirles perdón y ayudarlos.

Así lo hizo. A medida que se aproximaba al lugar, veía todo muy bonito, árboles floridos, una bonita casa con un coche en la puerta y algunos niños jugando en el jardín. El joven se sintió triste y desesperado imaginando que aquella humilde familia hubiese tenido que vender el terreno para sobrevivir. Aceleró el paso y fue recibido por un hombre muy simpático.

El joven preguntó por la familia que vivía allí hacia unos cuatro años. El señor le respondió que seguían viviendo allí. Espantado, el joven entró corriendo en la casa y confirmó que era la misma familia que visitó hacia algunos años con el maestro.

Elogió el lugar y le preguntó al señor (el dueño de la vaca): “¿Cómo hizo para mejorar este lugar y cambiar de vida?” El señor entusiasmado le respondió: “Nosotros teníamos una vaca que cayó por el precipicio y murió. De ahí en adelante nos vimos en la necesidad de hacer otras cosas y desarrollar otras habilidades que no sabíamos que teníamos. Así alcanzamos el éxito que puedes ver ahora"

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EL ÁRBOL DE LOS PROBLEMAS

Había contratado un carpintero para ayudarme a reparar mi vieja granja. Él acababa de finalizar su primer día de trabajo que había sido muy duro. Su sierra eléctrica se había estropeado lo que le había hecho perder mucho tiempo y ahora su antiguo camión se negaba a arrancar.


Mientras lo llevaba a su casa, permaneció en silencio.Una vez que llegamos, me invitó a conocer a su familia. Nos dirigíamos a la puerta de su casa y se detuvo brevemente frente a un precioso olivo centenario tocó el tronco con ambas manos.



Al entrar en su casa, ocurrió una sorprendente transformación. Su bronceada cara sonreía plenamente. Abrazó a sus dos pequeños hijos y le dio un beso a su esposa. La energía había cambiado completamente. Posteriormente me acompañó hasta el coche. Cuando pasamos cerca del olivo, sentí curiosidad y le pregunté acerca de lo visto cuando entramos.

- Ese es mi árbol de los problemas, – contestó
- Sé que no puedo evitar tener problemas durante el día como hoy en el trabajo por ejemplo, pero no quiero traer estos problemas a mi casa. Así que cuando llego aquí por la noche cuelgo mis problemas en el árbol. Luego a la mañana cuando salgo de mi casa los recojo otra vez.
- Lo curioso es, – dijo sonriendo – que cuando salgo a la mañana a recoger los problemas del árbol, ni remotamente encuentro tantos como los que recuerdo haber dejado la noche anterior. Maestro: si te centras en el ahora desaparecen todos los problemas.

26 de mayo de 2014

¿Por qué nos cuesta reír?


El sentido del humor se considera un elemento esencial para la salud tanto mental como física. El sentido del humor mejora nuestro sistema inmunológico, respiratorio, libera endorfinas, combate el estrés, es un ingrediente esencial en las relaciones sociales, nos ayuda a ser más tolerante con las opiniones de los demás…  Como podemos ver, todo son ventajas.

Un dato interesante es que la localización del sentido del humor está en nuestro cerebro. Después de muchos estudios se ha determinado que se encuentra en la parte derecha del mismo, parte encargada de la creatividad, ingenio, imaginación… Esta zona también conecta de forma directa con el sistema límbico que es el centro emocional de nuestro cuerpo, aspecto que explica en parte por qué reír nos hace sentir tan bien.

Pero si el sentido del humor supone tantos beneficios, ¿por qué a veces nos cuesta tanto reír o sacar a la luz nuestro sentido del humor?
  •  Influencia de la sociedad: aunque a todos nos gusta tener a nuestro lado a personas alegres, divertidas o risueñas, solemos identificadas con personas despreocupadas, poco serias o inmaduras. También hemos sido educados para estar en los sitios con una actitud seria, correcta, sin alzar la voz. De hecho, hasta hace poco tiempo los occidentales consideraban esto como un desprecio o falta de educación. Por último, entre tanta tragedia que ocurre a nuestro alrededor (catástrofes naturales, asesinatos, enfermedades, conflictos políticos…) es muy complicado estar alegre y positivo, ingrediente esencial para poder reír y hacer reír a los demás.
  •  Nuestra forma de ser: si somos inhibidos, tímidos, reservados, inseguros… es menos probable que nos caractericemos por ser personas con un gran sentido del humor. Por otro lado, si tememos hacer el ridículo, decir alguna tontería es difícil que nos atrevamos a contar un chiste o a hacer alguna broma
  • Situaciones complicadas: ya sea porque no disponemos de recursos para hacerles frente o porque pensemos que no vamos a ser capaces. Estas preocupaciones suelen obstaculizar que seamos felices y que tengamos una actitud adecuada. Una de las emociones más perjudiciales contra el estado de ánimo, es el estrés.


Aunque con la edad vamos convirtiéndonos en personas más serias y “correctas” no debemos dejar que desaparezca del todo nuestra capacidad para reír, para disfrutar de las cosas y para tomarnos la vida con humor.

“Uno no deja de reír por hacerse viejo, se hace viejo porque deja de reír” Anónimo



Paula Gordillo Montilla

25 de mayo de 2014

No tengas miedo a equivocarte

Cuántas veces no te ha salido algo que has hecho como esperabas y te has dicho: “Espero hacerlo mejor la próxima vez”. O intentas hacer algo y siempre te sale mal y te dices: “Parece que nunca aprendo”. Cada vez que tenemos que tomar una decisión nos surge la duda de si estaremos haciendo lo correcto o nos estaremos equivocando.

Equivocarse es algo natural, sin embargo nos da miedo y muchas veces nos culpamos por ello. Este miedo a equivocarnos nos impide que hagamos cosas nuevas, ya que solemos anticipar un suceso que tiene connotación negativa para nosotros. 
Por ejemplo: el miedo a proponer una nueva idea en el trabajo, esta dominada por la idea de que los demás me la van a rechazar y criticar, como consecuencia no propondrás esa idea a los demás.

Muchas veces el miedo está alimentado por nuestros pensamientos y nuestras percepciones, que nos juegan una mala pasada, y por ello dejamos de intentar o probar cosas nuevas, privándonos de la oportunidad de mejorar.
Tenemos que tener en cuenta que los errores forman parte de nuestro aprendizaje. Los seres humanos, al igual que otros animales, aprendemos mediante la formula de ensayo y error. El secreto: practicar hasta que lo conseguimos.
Por ejemplo, un bebé cuando empieza a andar al principio es torpe, se tropieza, no apoya bien los pies para mantenerse y necesita de ayuda de un adulto. Sin embargo, a medida que pasan los días va adquiriendo esa destreza que finalmente dominará.

¿Cómo podemos aprender de nuestros errores?
  •           Ten confianza en ti mismo
  •           No te culpes por equivocarte
  •           No seas demasiado perfeccionista
  •          Refuerza los pequeños cambios
  •          Controla tu ira o frustración
  •           No te dejes llevar por los pensamientos negativos
  •           Envíate mensajes positivos y de ánimo
  •           Nunca dejes de intentarlo

Por lo tanto, para aprender tenemos que equivocarnos, y si esto no sucede quizá no estamos aprendiendo algo nuevo, sino que lo estamos haciendo siempre igual. Debemos cambiar la visión del error como algo negativo. Ver los errores, fallos, las equivocaciones como una forma de aprender y mejorar, tanto a nivel personal como profesional y social.
Cada error nos ofrece una nueva oportunidad de aprendizaje, no la desaproveches.


Silvia Abbad-J.A.

21 de mayo de 2014

El arquero y la luna

 Érase una vez un joven muchacho que quería ser el mejor arquero del mundo.
Se dirigió un día al que se consideraba el mejor maestro arquero de su país, y le expresó su deseo: 
-Maestro, quisiera ser el mejor arquero del mundo, ¿qué podría hacer? -preguntó el joven-.
-Si quieres ser el mejor arquero del mundo, debes alcanzar con una de tus flechas a la Luna. Hasta ahora nadie lo ha conseguido. Tú serías el primero si lo lograras, y al hacerlo, nadie cuestionaría que eres el mejor -respondió el maestro-.
De este modo, el muchacho decidió seguir el consejo que le había sido dado. Preparó su arco y sus flechas, y cada noche disparaba a la Luna que salía tras el horizonte del mar. Cada noche, perseverante, sin faltar ninguna vez a su cita, fuera la Luna llena, menguante, creciente, incluso cuando era nueva y apenas se adivinaba su leve luz.
Los vecinos y amigos se burlaban de él. “El loco de la Luna”, le llamaban. Pero él, ignorando los insultos, provocaciones y ofensas, seguía cada noche en su empeño.
El caso es que nadie sabe si en alguna ocasión alcanzó la Luna, pero su empeño y los millones de disparos de flechas que realizó en su intento por alcanzarla tuvieron un premio secundario: se convirtió, sin duda, en el mejor arquero del mundo. Era imbatible, de noche, y por supuesto, a plena luz del día. 

19 de mayo de 2014

El miedo a hablar en público

¿Te da miedo hablar delante de un grupo de personas? ¿Lo pasas mal cuando tienes que llevar a cabo una presentación? ¿Crees que te vas a quedar en blanco o harás el ridículo? ¿No lo puedes controlar?

El miedo y la ansiedad al hablar en público es más común de lo que nos imaginamos, los estudios dicen que aproximadamente el 34% de la población general presenta este problema.

Como ya sabemos el ser humano es un ser social, y pasamos nuestro día a día en interacciones sociales, creando así nuestra vida. Muchas de estas situaciones son con conocidos (amigos, familia, trabajo…) pero también participamos en nuevas situaciones (personal de comercios, servicios públicos, reuniones, centros de estudios…) siendo estás últimas donde se presenta mayor dificultad.

Hablar en público es una necesidad. Un porcentaje elevado de personas optan por evitar todas las interacciones que les generan ansiedad, lo que provoca un deterioro significativo de la actividad del individuo y en ocasiones el agravamiento del problema. Otras personas visitan un especialista, ya que en la sociedad actual no podemos permitirnos evitar todas las situaciones sociales que nos rodean, siendo frecuente cuando dicho problema afecta a nuestra vida profesional.

Los pensamientos y los cambios fisiológicos que sentimos al hablar en público, son tan negativos que limita la posibilidad de volver a repetirlo. Por tanto es aconsejable cambiar los pensamientos por unos más adaptativos y saber que es normal que nuestro cuerpo reaccione y esté en alerta, pero variando el foco hacia nuestro discurso y ensayando la exposición, comprenderemos que poco a poco esta situación será menos desagradable y podremos llevar a cabo nuevas exposiciones sin temor a que algo malo ocurra.

¿Qué puedes hacer si crees que el miedo te supera?

-No evitar las situaciones que te generan ansiedad, darte la posibilidad de experimentar qué sucede, ¿qué es lo peor que puede pasar? Y si es así ¿qué hay de malo en eso?

-Ensayar qué cosas tienes que decir, y llevar a cabo relajación previa a la exposición.

-Visitar a un profesional, con él podrás trabajar de forma individual, siendo además conveniente realizar un trabajo de exposición ante desconocidos, de manera gradual y controlada.


 Lucía Alonso Pérez

17 de mayo de 2014

Ser voluntario mejora nuestra salud

Un grupo de psicólogos de la Universidad de British Columbia se propuso averiguar si colaborar como voluntario ejerce algún tipo de impacto en la salud de los adolescentes. Para ello, dividieron a 106 estudiantes de un instituto e dos grupos: uno de los grupos colaboró como voluntario durante 10 semanas, mientras que el otro grupo estaba en una lista de espera para ser voluntarios.

Los investigadores midieron el índice de masa corporal, inflamación y niveles de colesterol, antes y después del estudio, así como la autoestima, salud mental, estado de ánimo y empatía de ambos grupos de estudiantes.

El grupo de voluntarios pasó un ahora a la semana trabajando con niños pequeños en actividades después de clase, en su vecindario.

Al finalizar el estudio, diez semanas después, se volvieron a medir los mismos índices. Los investigadores encontraron que los estudiantes que habían trabajado como voluntarios tenían niveles más bajos de inflamación y colesterol, y un índice de masa corporal también más bajo que el otro grupo.

Los voluntarios que mostraron mayores mejorías en su salud cardiovascular, fueron aquellos que también experimentaron un aumento de su empatía, conducta altruista y salud mental.

Es decir, parece que los estudiantes que más se implicaron en el trabajo de voluntarios y mayores niveles de emociones positivas altruistas mostraron, fueron también los que más mejoraron su salud física.


14 de mayo de 2014

¿Que actitud tomas ante las adversidades? Zanahoria-huevo-granos de café

Una hija se quejaba con su padre acerca de su vida y cómo las cosas le resultaban tan difíciles. Cada vez que solucionaba un problema, aparecía otro. No sabía cómo hacer para seguir adelante. Estaba cansada de luchar y consideraba darse por vencida.

Su padre, un chef de cocina, la llevó a su lugar de trabajo. Allí llenó tres ollas con agua y las colocó sobre fuego fuerte. Pronto el agua de las tres ollas estaba hirviendo. En una colocó zanahorias, en otra colocó huevos y en la última colocó granos de café. Las dejó hervir sin decir palabra.
La hija esperó impacientemente, preguntándose qué estaría haciendo su padre.

A los veinte minutos el padre apagó el fuego. Sacó las zanahorias y las colocó en un recipiente. Sacó los huevos y los colocó en otro. Coló el café y lo puso en un tercer recipiente. Mirando a su hija le dijo: "Querida, ¿qué ves?". "Zanahorias, huevos y café", fue su respuesta. La hizo acercarse y le pidió que tocara las zanahorias. Ella lo hizo y notó que estaban blandas. Luego le pidió que tomara un huevo y lo rompiera. Luego de sacarle la cáscara, observó el huevo duro. Luego le pidió que probara el café. Ella sonrió mientras disfrutaba de su rico aroma.

Humildemente la hija preguntó: "¿Qué significa esto, padre?". Él le explicó que los tres elementos habían enfrentado la misma adversidad: ¡agua hirviendo!, pero habían reaccionado en forma diferente. La zanahoria llegó al agua siendo fuerte y dura. Pero después de pasar por el agua hirviendo se había vuelto débil, fácil de deshacer.

El huevo había llegado al agua siendo frágil. Su cáscara fina protegía su interior líquido. Pero después de estar en agua hirviendo, su interior se había endurecido. Los granos de café sin embargo eran únicos. Después de estar en agua hirviendo, habían cambiado al agua.

"¿Cual eres tú?", le preguntó a su hija. "Cuando la adversidad llama a tu puerta, ¿cómo respondes?. ¿Eres una zanahoria, un huevo o un grano de café?"



¿Cómo eres tú?. ¿Eres una zanahoria que parece fuerte pero que cuando la adversidad y el dolor te tocan, te vuelves débil y pierdes tu fortaleza?. ¿Eres un huevo, que comienza con un corazón maleable. Poseías un espíritu fluido, pero después de una muerte, una separación, un divorcio o un despido te has vuelto duro y rígido?. Por fuera te ves igual, pero... ¿eres amargado y áspero, con un espíritu y un corazón endurecido?. ¿O eres como un grano de café?. El café cambia al agua hirviente, el elemento que le causa dolor. ¡Cuando el agua llega al punto de ebullición el café alcanza su mejor sabor!. Si eres como el grano de café, cuando las cosas se ponen peor... ¡tú reaccionas mejor! y haces que las cosas a tu alrededor mejoren.


12 de mayo de 2014

Trastorno por déficit de atención con hiperactividad - TDAH

Seguramente habrás oído hablar de este trastorno, o quizás conoces a alguien diagnosticado de TDAH, ya que es uno de los trastornos más diagnosticados en la infancia. ¿Sabes en qué consiste?

El TDAH es un trastorno que se manifiesta antes de los 7 años, y se caracteriza por un patrón de conductas de desatención, hiperactividad e impulsividad, dificultando el normal desarrollo en varios aspectos de la vida del niño, como en el colegio, en casa o con los amigos. Aunque el inicio del trastorno se da en la infancia, este trastorno se mantiene en la adolescencia y en la edad adulta.


En la actualidad, el TDAH tiene una prevalencia de un 3 y un 7% en la población, se trata de uno de los trastornos más diagnosticados en la infancia, siendo más frecuente en niños que en niñas.
Pero no todas las personas diagnosticadas con TDAH tienen los mismos síntomas ni se comportan de la misma manera. Dentro de esta categoría podemos diferenciar, según la conducta que predomine:
  • TDAH – subtipo con predominio de déficit de atención: El síntoma nuclear es la inatención.
  • TDAH – subtipo con predominio hiperactivo/impulsivo: En el cual la conducta predominante es la hiperactividad y/o la impulsividad
  • TDAH – subtipo combinado: Presenta los tres síntomas: déficit de atención, hiperactividad e impulsividad.

¿Qué síntomas podemos observar en nuestro hijo que nos hagan sospechar que puede tener TDAH?

- Se distrae fácilmente.

- Se organiza mal los deberes del colegio, comete errores por no prestar atención, y por lo general no los terminan.

- Suele interrumpir a los demás.

- Evita realizar tareas en casa.

- Es incapaz de esperar su turno para jugar.

- Se mueve continuamente.

Hay que tener en cuenta que tener alguno de estos síntomas no es causa suficiente para que se diagnostique el trastorno.

Para que el tratamiento sea eficaz debe ser individualizado y siempre multidisciplinar, en los que se incluye: tratamiento farmacológico, en el caso que sea necesario, tratamiento psicológico y psicopedagógico.

¿Qué podemos hacer? Es importante que exista un control de la conducta del niño, tanto en casa como en el colegio, para que exista un mismo patrón de comportamiento.

Ser coherente. Las normas que se establezcan en casa y en el colegio deben aplicarse de la misma manera tanto en el ámbito doméstico como en el escolar.
Reforzar las conductas positivas. En un principio la conducta positiva debe ir seguida de una recompensa y acompañado de comentarios positivos para favorecer la repetición y mejorar la autoestima del niño.
Exponer las consecuencias claras del mal comportamiento. El niño debe conocer las consecuencias que va a tener un comportamiento inadecuado, y éstas deben ser coherentes a esa conducta y edad del niño.
Actuar de inmediato. Es necesario dar una respuesta a los comportamientos, tanto inadecuados como adecuados, tan pronto como se produzcan, con el objetivo que el niño pueda establecer una relación clara entre ambos.
Facilitar comentarios sobre la conducta. Es de gran ayuda para el niño que le indiquemos cómo debe comportarse de forma explícita. En el caso de que la conducta sea inadecuada tendremos que, después de aplicar la consecuencia negativa, explicarle la conducta incorrecta y ofrecerle alternativas.

Es normal la preocupación de los padres cuando conocen el diagnóstico de sus hijos. En ese momento nos vienen muchas preguntas a la cabeza y parece que va a ser un gran reto. Sin embargo, con ayuda de profesionales expertos y mucha constancia podemos conseguir grandes cambios.


Silvia Abbad-J.A.

11 de mayo de 2014

El Efecto Pigmailión o la Profecía Autocumplida


Lo que queremos que pase en nuestra vida, haremos lo necesario para que pase.

El psicólogo Robert Rosenthal llevó a cabo un estudio acerca de las expectativas afectaban en el rendimiento de los alumnos de una escuela de primaria de San Francisco. En este estudio se midió el CI (cociente intelectual) de los alumnos sin dar los resultados a los profesores. De todos los alumnos se escogieron ala azar algunos alumnos, y se les dijo a los profesores que habían esos alumnos había sacado las puntuaciones más altas en la prueba de inteligencia.
Después de un año se volvió a repetir el test y se comprobó que los alumnos elegidos al azar habían incrementado de forma significativa su CI con respecto al de los compañeros, en los que su CI también aumentó pero no de forma tan evidente.
De esta forma Rosenthal pudo comprobar que las expectativas positivas del profesor influyen en el desarrollo académico de los alumnos. A esto se llama Efecto Pigmalión o profecía autocumplida.
La teoría de la profecía autocumplida demuestra que cuando tenemos una creencia firme hacia alguien finalmente se termina por cumplir. ¿A qué se debe? Esto se produce porque actuamos en función de las expectativas que tenemos hacia los demás.
Por ejemplo, si un buen amigo nos presenta a alguien y previamente nos cuenta que es una persona mentirosa, nosotros estaremos pendientes de si lo que dice es verdad o mentira. Otro ejemplo es cuando creemos que algo no sabemos hacerlo, como bailar o cocinar, porque ya lo hemos intentado otras veces y no nos ha salido bien. En este caso, nuestra actitud será dejar de intentarlo y comprobar de nuevo que no somos capaces de logarlo.
Por ello debemos tener cuidado con las etiquetas propias y que tenemos de cada uno, ya que nuestro comportamiento será el de corroborar que estamos en lo cierto. Debemos ser más objetivos, eliminando los prejuicios, ya que nos podemos privar a nosotros y a los demás de tener oportunidades importantes en nuestra vida.

Silvia Abbad-J.A.


9 de mayo de 2014

Beneficios de hacer deporte

El cuerpo humano esta diseñado para realizar actividad física. Hoy en día resulta complicado hacer algo de ejercicio físico debido al ritmo de vida que llevamos. Nuestro bienestar aumenta si practicamos algo de ejercicio ya que consigue una distracción de los eventos estresantes que nos producen ansiedad.

Hacer ejercicio estimula nuestro organismo, en concreto la hipófisis, dando lugar a la liberación de endorfinas. Las endorfinas son hormonas que se encuentran relacionadas con la reducción o ausencia de sensación de dolor, produciendo sensaciones de placer.

Es conveniente hacer ejercicio, no sólo para perder peso o mejorar las cualidades físicas, sino también para sentirnos bien con nosotros mismos. Practicar ejercicio de una forma constante mejora nuestra sensación de bienestar y mejora nuestra autoconfianza. 
                                                                                     

Los beneficios del ejercicio físico son:

  • Ayuda a que tengamos un mejor control del estrés, nos distrae de las preocupaciones.
  • Atenúa las conductas de ira y agresividad.
  • Reduce síntomas de ansiedad y depresión.
  • Favorece el optimismo, aumenta la motivación y la confianza en uno mismo.
  • Tiene efectos positivos en la calidad del sueño.
  • Mejora la concentración, el rendimiento académico y la eficiencia en el trabajo.
  • Favorece la satisfacción sexual.
  • Tiene efectos positivos en la salud física: disminuye el riesgo de enfermedades cardiovasculares, problemas de hipertensión, obesidad y protege contra algunos tipos de cáncer como el de colon.
  • Tiene un efecto socializador, ya que facilita relacionarnos con otras personas.
Practicando ejercicio, tanto aeróbico como anaeróbico, 3 días a la semana, al menos durante 45 minutos, podemos conseguir esa sensación de bienestar y mejorar nuestra salud física y psicológica. 


Silvia Abbad-J.A.

6 de mayo de 2014

RECUPERAR EL DESEO SEXUAL


Sentir que tu deseo sexual hacia tu pareja ha disminuido, o simplemente que las relaciones sexuales que mantenéis se han vuelto monótonas y no tienen nada de especial, es muy normal en parejas que llevan mucho tiempo juntas y en las que se ha instaurado la rutina.

En estos casos la proporción de relaciones sexuales y momentos íntimos se reducen considerablemente, produciéndose en momentos puntales, como los fines de semana, sin que surja como algo espontáneo o porque “hoy toca”.

¿Por qué es importante para la pareja mantener relaciones sexuales?
La sexualidad favorece la estabilidad de la pareja haciendo que ésta sea más duradera. Cuando iniciamos una relación de pareja el deseo sexual es evidente, sin embargo, a medida que pasa el tiempo, este deseo se va desvaneciendo, y junto con esa estabilidad, podemos llegar a caer en la rutina. La falta de deseo hacia la otra persona nos puede llevar a perder la ilusión por ella y deteriorar la relación de pareja.

¿Qué puedo hacer para recuperar el deseo sexual hacia mi pareja?
Compartir tiempo juntos. Quizá la rutina en la que habéis entrado no os permita disfrutar de hacer actividades juntos. Es momento de retomar actividades que compartíais y disfrutabais y que debido a esa rutina habéis abandonado. Pasar más tiempo con nuestra pareja beneficia el aumento el deseo hacia la otra persona.

Dedicar tiempo para la intimidad. Sobre todo al principio es importante que dediquemos un hueco de nuestra agenda para favorecer esa intimidad, sin que sea necesario llegar a la penetración. En estos momentos de intimidad aumentará la satisfacción de estar con tu compañero sentimental e incluso se puede recuperar el deseo.

Jugar y dedicar más tiempo a los preliminares. Al contrario de lo que mucha gente piensa, la sexualidad no sólo implica el acto sexual propiamente dicho, sino que incluye muchos otras conductas con las que también se obtiene placer y que son complementarias, como las caricias, los besos o los abrazos. La sexualidad en la pareja es importante, no sólo por el placer físico que genera, sino también por su placer emocional.

Hablar abiertamente de sexo. En una relación de pareja es fundamental que exista una buena comunicación, que podamos tratar cualquier tema sintiéndonos a gusto, incluso hablando de sexo. Ello implica que podamos expresar con normalidad lo que nos gusta y nuestras fantasías, así disfrutaremos más de las relaciones sexuales.

Ser creativos. Las rutinas pueden llegar a resultar aburridas. Una buena forma de romper con ellas es hacer cosas nuevas: prueba lugares o posturas diferentes, puedes introducir elementos que ayuden a aumentar la excitación durante el acto sexual.

Si la falta de deseo sexual viene dado por otros motivos, como pueden ser efectos fisiológicos o alguna enfermedad médica, contacta con un profesional para trabajar el problema de forma más individualizada. 


Silvia Abbad-J.A.

5 de mayo de 2014

El coleccionista de insultos

Cerca de Tokio vivía un viejo gran Samuray, muy sabio y maestro de budismo, con fama de ser invencible en peleas.

Cierto día un gran guerrero lo retó a un duelo. Este nunca había perdido una batalla tampoco, por eso todos lo conocían como altivo, altanero, prepotente, fanfarrón y además también se creía ser el dueño de todas las verdades.

Este joven guerrero era famoso por su falta de escrúpulos, tosquedad, egolatría y por usar la técnica de la provocación: esperaba que el adversario hiciera su primer movimiento y gracias a su inteligencia especialmente dedicada para captar los errores ajenos, se valía de estos para atacar implacablemente hasta ver a su víctima arrastrada y humillada pidiéndole perdón.

El samuray aceptó el duelo. Fueron todos a la plaza donde el joven empezó a provocar al sabio.

Le arrojó piedras, le escupió la cara y le gritó todos los insultos conocidos habidos y por haber, ofendiendo incluso a los ancestros del sabio.

Durante varias horas hizo todo lo posible para sacarlo de sus casillas, pero el sabio permaneció impasible.
Al final de la tarde el joven guerrero ya exhausto de no poder provocarlo, se retiró de la plaza arrastrándose del cansancio, con una gran impotencia.

Se sentía más débil y miserable que nunca, había desperdiciado toda su energía vital en su inútil intento de humillar al sabio.

Los alumnos del sabio samuray, decepcionados por el hecho de que su maestro aceptara tantos insultos y provocaciones, le preguntaron:

-¿Cómo ha podido soportar tanta indignación?
-¿Porqué no usó su espada para defenderse de los ataques?
-¿Por qué se mostró como un cobarde ante nosotros?

El viejo samuray repuso:
-Si alguien viene a ti con un regalo y no lo aceptas, ¿A quién pertenece el regalo?

-Por supuesto, a quien intentó regalarlo- respondieron sus discípulos.

-Pues lo mismo vale para los insultos, las ofensas, la falta de tacto y de respeto, así como con los comentarios injustos. Cuando no son aceptados, esos malos sentimientos continúan perteneciendo a quien los emite.