22 de marzo de 2014

El diente de león

Cierta persona después de comprarse una casa nueva, decidió plantar un hermoso césped. Trabajó en ello todas las semanas, haciendo lo que le indicaban los libros de jardinería. Su mayor problema era que crecían incesantemente dientes de león por todas partes. La primera vez encontró uno y lo arrancó. Pero al poco tiempo salieron más. Así que acudió a una tienda especializada en jardinería y compró un producto para eliminarlos. La estrategia funcionó durante un tiempo, pero después de las lluvias, en verano, volvió a encontrar dientes de león. Así que paso todo el año arrancando las hierbas.

Al siguiente verano, pensó que ya no brotarían más dientes de león, porque en invierno no había visto ninguno. Pero, de repente una mañana encontró dientes de león por todas partes. Entonces decidió que el problema era el tipo de hierba. Así que se gastó una fortuna en cambiarla. Esto funcionó durante un tiempo. Era muy feliz. Justo cuando comenzó a relajarse apareció un nuevo diente de león. Un amigo le dijo que todo aquello se podía deber a que el jardín de su vecino tenía dientes de león. Así que llevó a cabo una campaña para que todos sus vecinos eliminasen sus dientes de león.


Al tercer año ya estaba desesperado. Los malditos hierbajos seguían campando a sus actos. De manera que después de consultar a un experto local, decidió acudir al ministerio de Agricultura. Después de varios meses de espera, recibió una carta. Estaba muy excitado, ¡por fin un poco de ayuda!

Abrió el sobre y leyó lo siguiente: “Distinguido señor: hemos analizado su problema y consultado a numerosos expertos. Después de las deliberaciones, hemos concluido que podemos darle un buen consejo. Le aconsejamos que aprenda a querer a los dientes de león”.


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