1 de noviembre de 2014

¿Por qué las preocupaciones provocan insomnio?

¿Quién no ha pasado más de una noche dándole vueltas a las cosas en la cabeza y no han podido dormir? ¿Por qué cuanto más intentamos parar de pensar, más viene aquello que nos preocupa a la cabeza? ¿Podemos hacer algo para evitar estos pensamientos? ¿Le pasa a todo el mundo?

A lo largo del día tenemos miles de preocupaciones que surgen en nuestra mente, pero únicamente las que más nos afectan nos acompañan más tiempo, por lo que aquellas con mayor carga emocional y más relevantes en nuestra vida serán más complicadas de evitar, como por ejemplo (acercarse una fecha donde sucederá algo importante, la posibilidad de cambios laborales, discusiones con familiares y amigos, tener cosas pendientes de hacer, problemas de pareja, cosas que nos generan incertidumbre y no sabemos cómo hacerlas frente…)


Durante nuestra jornada tenemos presentes todos estos pensamientos que nos preocupan, pero es cuando llega la noche cuando se hacen más relevantes y molestos produciéndonos ansiedad en muchas ocasiones. Pasamos el día llevando a cabo distintas actividades que absorben la mayoría de nuestra energía y atención, pero por la noche nuestro sistema llega a la fase de relajación, es entonces cuando nuestros problemas aparecen con más intensidad, y la disponibilidad de la atención es plena para estos pensamientos rumiativos, constante  y automáticos.

Resulta paradójico que cuanto más tratamos de evitar un pensamiento, aparece con más intensidad llegando a atormentarnos y cuya activación y trabajo mental hace que no podamos conciliar el sueño. Además ponemos en marcha estrategias que perjudican el proceso, como por ejemplo pensar detalladamente en el problema sin parar de darle vueltas, pensar que no podemos dormir y mirar constantemente el reloj, centrarnos en la afectación emocional que nos genera…

Algunas estrategias que podemos poner en marcha en estas ocasiones son, centrar nuestra atención en la respiración y tratar de regularla, aplazar la toma de decisión a la mañana siguiente, imaginar cosas positivas, no preocuparnos en no poder dormir, ¿Qué es lo peor que puede pasar por estar una noche sin dormir?...

Es cierto que este problema afecta a unas personas con más intensidad que a otras, pero todos hemos pasado noches con insomnio por esta causa; tanto sin poder conciliar el sueño, o levantándonos varias veces sobresaltados por ello. Cuando la frecuencia es mayor y la solución se alarga en el tiempo, hay personas que pueden llegar a invertir el ritmo natural del sueño, para no tener que dormir por la noche y evitarse el sufrimiento que esto puede generar.

A pesar de ser inherente a la vida humana, sí podemos reducir la afectación del mismo llevando a cabo una rutina de sueño adaptativa, o poniendo en marcha pautas de higiene de sueño.


Lucía Alonso Pérez

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