Una de las actitudes que más deteriora una relación de
pareja, es el empeño en intentar que el otro cambie su comportamiento o que sea
de una forma que no es. En ocasiones nos obsesionamos con tener el control no
sólo de la relación, sino de la persona que está a nuestro lado. Aunque esto en
un primer momento nos puede dar buenos resultados, es decir, podemos conseguir
lo que pretendemos no es raro que con el tiempo veamos como nuestra relación se
va deteriorando.
Algo que hay que tener claro es que todos elegimos nuestros
comportamientos y como opcionales que son, podemos cambiarlos. Un hábito puede
ser sustituido por otro, al igual que unas emociones pueden ser sustituidas por
otras.
Aunque hay muchas formas de intentar controlar a nuestra
pareja, hay algunas que son muy comunes. Veamos cuáles son:
- Las críticas. Normalmente usamos la crítica para pedir un cambio y aunque es totalmente recomendable, debemos aprender a hacerla de forma adecuada. Cuando nos dejamos guiar por conflictos del pasado o del presente, la crítica suele ir cargada de juicios sobre la otra persona, descalificativos o reproches. La crítica constructiva es un instrumento poderosísimo en las relaciones sociales, pero debe ser eso, constructiva.
- Echar la culpa al otro. Es muy frecuente responsabilizar al otro de los problemas de la relación y cuando hacemos esto nuestra postura es de esperar que el otro cambie, una vez más intentamos controlar a el otro en lugar de intentar ver qué puedo hacer yo por mejorar la situación.
- Las quejas. La queja debe hacerse sobre hechos puntuales, sin generalizar por ejemplo: “no me llamaste ayer” en lugar de “me ignoras, no te acuerdas ni de llamarme”
- Los reproches. En rara ocasión el reproche nos va a ayudar a conseguir que la relación mejore, todo lo contrario. Normalmente cuando reprochamos algo lo que pretendemos es que la persona recuerde lo que ya le hemos dicho mil veces o que se dé cuenta de que no es la primera vez que comete el mismo error. Si nuestro objetivo es poner solución a las dificultades cotidianas que se van presentando, podemos encontrar formas mucho más positivas para hacerlo.
- Y por último, las Amenazas o castigos. Suelen aparecer cuando a nuestro entender nada de lo que hemos intentado da resultado. Intentamos generar miedo en la otra persona para que así haga finalmente aquello que deseamos. Las amenazas y castigos no tienen que ser físicos de hecho estos son los más raros. Hablamos de retirar la palabra, no contestar a los mensajes, anunciar consecuencias… Una vez más, esta estrategia de poco sirve y no olvidemos que si siempre estas castigando a tu pareja pronto te convertirás en algo aversivo para ella.
La relación de pareja como el resto de relaciones no se libra
de tener problemas. Debes aprender a hacer frente a ellos de una forma
constructiva no destructiva. Si consideras que tu relación está muy deteriorada
pero aún tienes esperanzas en ella, te recomendamos que busques la ayuda de un
especialista porque a veces es necesario que entre en juego un árbitro que
medie, de forma neutral, en el conflicto.
Paula Gordillo Montilla
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