Un avión de civiles derribado por
un misil, palestinos e israelitas asesinados en sus casas, calles… La constante
inestabilidad política, social y económica en África Subsahariana. Y como
estos, muchos otros conflictos que suceden por todo el planeta y en los que
apenas nos paramos a pensar porque nos tocan de muy lejos o porque es mejor
mirar hacia otro lado. Sea como sea, no debemos olvidar que detrás de la
guerra, de cada conflicto, hay miles de personas que están pagando las
consecuencias de los actos de unos pocos. Miles de personas a las que por
desgracia, les ha tocado “vivir en tiempos de guerra”
La guerra deja su huella a nivel
económico, político pero quizás la repercusión más importante sea a nivel
social y personal, porque no olvidemos que la guerra la hacen las personas y
son las personas, las que acaban sufriendo sus consecuencias. Un país o región
tarda años en recuperarse de un conflicto, en volver a la normalidad pero, ¿Y
un ser humano? ¿Puede superar y recuperarse de una guerra?
La situación vital a la que está
sometida la población, marcada por la incertidumbre, terror y la indefensión y
sin olvidar el hambre, las enfermedades y las muertes darán lugar, en la
mayoría de los casos, a graves consecuencias psicológicas y psiquiátricas. Pero
no todas las personas tendrán las mismas reacciones y éstas dependerán en gran
medida de sus fortalezas y experiencias pasadas.
El problema psicológico que
aparece con mayor frecuencia es el Estrés Post- traumático (TEPT) Es decir, la
aparición de una gran cantidad de sintomatología ansiosa tras haber presenciado
o vivido un hecho traumático en el que su vida o la de otros corre peligro.
Pero si se aborda a tiempo y empleando los recursos adecuados, se puede volver
a un funcionamiento óptimo con relativa prontitud. Pero el problema principal
que encontramos en la guerra, es el estrés crónico, ya no es que tu vida corra
peligro sino que eso lleva siendo así mucho tiempo y no sabes cuándo va a
acabar. No controlas tu vida, estás en las manos de otros.
Pero aunque las secuelas
negativas son más que evidentes, también se ha comprobado que se puede producir
un crecimiento personal cuando eres víctima de este tipo de conflictos. Y una
de esas fortalezas es la resiliencia, es decir la capacidad de adaptarse bien
al trauma o adversidad.
Parece imposible, pero ¿cómo se
puede desarrollar la resiliencia en tiempos de guerra? Algunas de las cosas que
pueden ayudar es buscar apoyo en otras personas o en la fe, dosificar la
cantidad de información sobre datos de la guerra, ayudar a los demás o siempre
que sea posible, mantener una rutina diaria. Por otro lado, prever y planificar
un plan de emergencia, fortalecer la autoestima o mantener una actitud positiva
y esperanzada con el futuro son elementos esenciales para hacer frente a las
dificultades de forma adaptativa. (Adaptado de American Psychological Association)
Y aunque no es consuelo, sabemos
que el ser humano tiene tal capacidad de adaptación y un instinto de
supervivencia tan desarrollado, que puede superar y sobrevivir a situaciones
muy complejas y dramáticas como es “vivir en tiempos de guerra” e incluso salir
fortalecido de ellas.
Paula Gordillo
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