Las emociones nos acompañan a lo largo de nuestra vida, en
todo aquello que hacemos. Además influyen en el modo en que actuamos, de tal forma
que nos mostraremos muy motivados a realizar todas aquellas cosas que nos
generen alegría, felicidad… y trataremos de evitar las situaciones que vayan
acompañadas de tristeza o miedo; reaccionaremos con enfado ante las cosas que
nos molestan y con asco cuando algo nos parece desagradable.
Por ello, podemos decir que las emociones son estados afectivos
que experimentamos a diario, todas las personas. Surgen como reacción subjetiva
al ambiente, y que generan cambios orgánicos en nuestro cuerpo, como alteración
de los sistemas fisiológicos y endocrinos. Las emociones son universales y de
origen innato, pero están influidas por la experiencia.
Toda emoción tiene una función, por tanto no existen
emociones buenas o malas, todas son necesarias. Son un indicador que nuestro
cuerpo tiene, y nos sirven para evaluar y valorar la situación, ayudándonos a reaccionar
y adaptarnos a cada una de las situaciones.
Sí debemos tener en
cuenta, que en ocasiones la emoción es desproporcionada o inadecuada, es
entonces cuando la emoción no es adaptativa. Por ejemplo: Sentirme triste a pesar de haber logrado lo que quería, enfadarme sin
motivo, sentir rabia por el éxito de un amigo, estar contento a pesar de que ha
sucedido algo malo, etc.
Es entonces cuando no
es recomendable dejarse llevar por la emoción, y se aconseja buscar cual es la
función real de dicha emoción. (Me siento
triste porque el modo de lograr lo que quería ha sido incorrecto, en lugar de
rabia siento celos ya que yo he trabajado en el mismo proyecto que mi amigo…)
El trabajo de las propias emociones consiste en el
reconocimiento y aceptación de todas ellas, ya sean agradables o desagradables.
Esto se realiza de forma progresiva, desde que somos pequeños. No debemos
aislarnos de sentir y percibir todas ellas, ya que nos ayudarán a actuar de
forma adaptativa en futuras experiencias.
Es recomendable tener en cuenta:
1.- Debes abrirte a
las emociones, no temas sentir tanto cosas positivas como negativas.
2.- Ponle nombre a
esas emociones, no evites reconocerlas. ¿Qué sientes y cómo lo sientes?
3.- Acepta que las
emociones son respuestas naturales, y comprende qué función cumple en relación
a la situación que te la ha generado. ¿Qué te dice la emoción?
4.- Actúa en función del mensaje que las emociones te dan, no
te dejes llevar por un impulso, primero escucha la emoción y por qué y para qué
te sientes así.
Lucía Alonso Pérez
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