19 de enero de 2014

Negociando con tu hijo adolescente

Los estilos educativos han evolucionado en los últimos años, nada tienen que ver con las pautas que aplicaban nuestros padres y abuelos. 
Ha cambiado la interacción entre padres e hijos,  fomentando la educación basada en las consecuencias y en las leyes del aprendizaje.

Es cierto que en el núcleo familiar son las figuras parentales quienes establecen las normas y los límites; pero no debemos olvidar que los menores también tienen sus derechos.
Al mismo tiempo que los niños crecen, deben crecer así sus deberes, responsabilidades y derechos. Pero es toda la familia quien debe adaptarse a las nuevas necesidades.
Por tanto el equilibrio entre todo ello y el establecimiento de unas consecuencias adecuadas, facilitarán una interacción eficaz entre padres e hijos.

Una vez llegado a la adolescencia el menor tratará de cruzar límites y buscar su propia autonomía, pudiendo generar discrepancias, discusiones y situaciones desagradables si no se maneja correctamente.
La negociación es una buena herramienta, fundamental que ayuda a establecer un equilibrio entre ser permisivo y restrictivo como padres.

La clave de la negociación es la exposición por ambas partes de ¿Qué queremos? y ¿Qué estamos dispuestos a dar a cambio? Donde el resultado final se basa en una decisión conjunta intermedia y no una imposición, aunque la aceptación final la toman los padres, ya que mantienen su papel de autoridad.

Con ello no solo fomentamos la participación del adolescente y aumentamos su sensación de escucha y aceptación en la familia, sino que le dotamos de un ejemplo y una herramienta eficaz que podrá aplicar en distintos ámbitos de su vida.

Algunos factores decisivos para que esta práctica sea efectiva son:

-Que ambas partes se preparen para la negociación.
-Buscar el momento más adecuado.
-Establecer, exponer con claridad y comprender los objetivos.
-Escuchar activamente a tu hijo.
-Estar receptivo a ceder ante las peticiones y marcar consecuencias claras.
-Si se llega a un acuerdo final entre ambas partes, es aconsejable sellar un trato, como por ejemplo un contrato simbólico.

Lucía Alonso Pérez

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