25 de enero de 2014

El reflejo del león

En una ocasión, un león joven se acercó a un lago para poder calmar su sed. Al ir a beber, vio su rostro reflejado en las claras y espejadas aguas del lago, y se dijo a sí mismo: “¡Vaya! Este lago debe de ser de este león. Debo tener mucho cuidado con él”.
Y, atemorizado, se alejó.
Como tenía mucha sed, regresó días después y allí vio, al ir a beber, otra vez al león, por lo que huyó antes de probar la apetecible agua. ¿Qué hacer?
Los días eran muy calurosos y la sed lo asfixiaba. Lo intentó de nuevo y al ver el rostro del león, rugió, pero entonces el león del lago también lo hizo, sintió pavor y salió corriendo. Apretaba cada vez más el calor y la sed era insufrible. Decidió esperar a hacerse más grande y dejar pasar los años para logran vencerlo, ya que deseaba probar las aguas de aquel lago.
Pasaban los años y cuando lo intentaba de nuevo, sucedía lo mismo; ya que el león que protegía el lago se iba haciendo más grande con el tiempo.
Estaba desesperado y tanta sed tenía que se dijo: “Da igual si muero al beber el agua, pero ya no puedo más”. Lo había intentado muchas veces, pero no se rendía, esta vez iba más decidido que nunca, lo quería lograr.
Se acercó al lago y en el mismo vio al león, mucho más fuerte que en las anteriores ocasiones, firme y esbelto, pero a pesar del temor, metió de golpe la cabeza en el agua para saciar su sed y entonces,
¡Lo había logrado!, el león había desaparecido.

(Cuento Africano)

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