20 de enero de 2015

¿Conoces tus fortalezas?

La investigación que realizó la psicología positiva sobre las fortalezas personales, se basa en “rasgos” que son patrones de conductas, pensamientos y emociones estables en cada uno de nosotros en la mayoría de situaciones. Seligman (2002) lo define como “el buen carácter” y concreta las 24 fortalezas como rasgos medibles y modificables.
Todas estas cualidades se dividen en 6 grandes grupos (Modelo de fortalezas de Peterson y Seligman (2004):

SABIDURÍA Y CONOCIMIENTO: Fortalezas cognitivas que implican la adquisición y el uso del conocimiento.
1.- Creatividad (originalidad, ingenio)
2.- curiosidad (interés por el mundo, búsqueda de novedades, apertura a experiencias)
3.-apertura mental (juicio, pensamiento crítico)
4.- Amor por el aprendizaje
5.- Perspectiva (sabiduría)

CORAJE: Fortalezas emocionales que implican el ejercicio de la voluntad para la consecución de metas ante situaciones de dificultad, externa o interna.
6.- Valentía (valor)
7.- Perseverancia (tenacidad, diligencia, laboriosidad)
8.-Integridad (autenticidad, honestidad)
9.- Vitalidad (ánimo, entusiasmo, vigor, energía)

HUMANIDAD: Fortalezas interpersonales que implican cuidar y ofrecer amistad y cariño a los demás.
10.- Amor (capacidad de amar y ser amado)
11.- Amabilidad (Bondad, generosidad, cuidado, compasión, altruismo, simpatía)
12.- Inteligencia social (inteligencia emocional, inteligencia personal)
JUSTICIA: Fortalezas cívicas que conllevan una vida en comunidad saludable
13.- Ciudadanía (responsabilidad social, lealtad, trabajo en equipo)
14.- Sentido de justicia
15.- Liderazgo

MODERACIÓN: Fortalezas que nos protegen contra los excesos
16.- capacidad de personar, misericordia
17.- Modestia, humildad
18.- Prudencia (discreción y cautela)
19.- Autocontrol, autorregulación

TRASCENDENCIA: Fortalezas que forjan conexiones con la inmensidad del universo y proveen de significado a la vida.
20.- Apreciación de la belleza y la excelencia (asombro y admiración)
21.- La gratitud
22.- Esperanza (Optimismo, proyección hacia el futuro)
23.- Sentido del humor (capacidad de diversión)
24.- Espiritualidad (Sentido religioso, fe, sentido en la vida)

Todos nosotros poseemos todas las fortalezas, pero unas con más intensidad que otras, por las que nos veríamos identificados. A pesar de ello, podemos decir que es tan positivo en equilibrio, como la posibilidad de que algunas de ellas resalten, pero debemos saber que ya que todas ellas son positivas se deben amoldar al contexto.

Lucía Alonso Pérez


11 de enero de 2015

Tu YO dentro de 20 años: ¿Te atreves a lograr tus sueños?

¿Qué crees que te dirías a ti mismo dentro de 20 años? 
Ahora estás a tiempo de realizar cosas para que tú estés orgulloso de ti.




Siempre teníamos tiempo de hacer amigos, de aprender, de equivocarnos… Y con el tiempo: Nos olvidamos de disfrutar

¿Qué cosas has dejado de hacer que te ayudaban a hacer tu vida más bonita?

“La vida es una sucesión de momentos, y depende de ti como las vivas”.


Lucía Alonso Pérez

8 de enero de 2015

EL INCENDIO

Eran dos hermanas que vivían en una hermosa casa. La una era una mujer coqueta que gustaba de ir bien vestida. La otra era una mujer reservada, gran aficionada a la lectura.

Contiguo a uno de los dormitorios de la casa había un amplio vestidor con dos grandes espejos, numerosos armarios, varias cajoneras y una caja fuerte repleta de joyas. Junto al comedor de la casa había una enorme biblioteca con las paredes cubiertas de estanterías, una mesa de estudio y una butaca junto a una ventana que daba a la calle.

Un día a la semana salían juntas de compras. Una buscaba las últimas novedades de la moda, la otra los últimos títulos publicados.


Una noche se produjo un gran incendio en la casa y las hermanas tuvieron que salir a toda prisa con lo puesto. Ya en la calle una se tapaba la cara llorando desconsolada y lamentándose por cada uno de los trajes que se estaban quemando. Y gritaba llena de dolor y rabia: “Qué gran desgracia, todo está perdido, si al menos hubiera tenido tiempo de sacar algo, ¡todo ha sido tan de repente!, mis preciosos vestidos ya son sólo cenizas. ¡Qué gran desgracia!


La otra contemplaba muda y ensimismada las tremendas llamas que se agitaban en la noche devorando toda la casa. Al cabo del rato, la primera agarró a su hermana del brazo y le dijo bañada en lágrimas: “Hermana, ¿cómo es que no lloras ni te lamentas? ¿Acaso no has perdido tú también tus libros?”. A lo que la otra le respondió: “Si lo pienso bien, en realidad, sólo he perdido el que compramos esta mañana”.

Extraído del libro "La maleta de oro", de María Jesús del Águila

28 de diciembre de 2014

Carta de los Reyes Magos a los padres

Mamá, mamá..mis amigas del cole dicen que los Reyes Magos son los padres, ¿es verdaaaad?
La madre de Maria sonríe, le da un beso y le dice:
- Mira Maria… Tengo que enseñarte algo que guardo en este cajón desde hace 7 años.
Su madre saca del cajón un sobre blanco. 
Lo abre y le dice a Maria:
- Esta carta la recibimos en casa el día en que naciste. Es una carta escrita por los Reyes Magos y que nos piden que les hagamos tres favores. ¿Quieres que te la lea?
- ¡Sí mamá, por faaaavor!
Apreciado papá y apreciada mamá de Maria,
Somos los Reyes Magos. Sabemos que acaba de nacer Maria. Es un niña preciosa que os va a hacer muy felices a los dos. Ya sabéis que cada 6 de enero nosotros vamos en silencio a casa de todos los niños y les dejamos unos regalitos para celebrar el nacimiento del niño Jesús y para decirles lo orgullosos que estamos de ellos.
Pero a partir de ahora no podremos hacerlo porque estamos muy viejecitos y cada vez hay más y más niños en este mundo. No podemos ir a casa de todos. Además, ayer me caí del camello y me rompí el brazo (soy Melchor, un poquito torpe); Gaspar es muy lento porque camina con la ayuda de un viejo bastón y Baltasar, ¡nuestro viejecito Baltasar!, se olvida siempre de dónde tiene la lista de los regalos. Como ves, ya estamos muy mayores y necesitamos pediros tres favores muy importantes:
1er favor: Que nos ayudéis a poner los regalos a los niños. Cada padre y madre harán nuestro trabajo el día de Reyes: leerán las cartas de sus hijos y, con la misma ilusión que la nuestra, les pondrán los regalos como si fuéramos nosotros. Así todos los niños del mundo tendrán sus regalos y nosotros podremos descansar y ver, desde lo lejos, sus caritas de alegría.
2º favor: Como esto es un gran secreto, no se lo podréis decir a Maria hasta que cumpla los 7 años. Cuando tenga esta edad, ya será mayor y sabrá guardar este secreto. Los niños pequeños no deben saber que nosotros ya no podemos poner los regalos y que son los padres los que nos ayudan porque sino… ¿qué pensarán de nosotros? ¿dónde estará la mágia? El secreto se ha de decir solo a los niños responsables, a los que ya pueden entender que nosotros les queremos mucho y que por eso pedimos ayuda a sus padres, las personas que más los quieren a ellos.
3er favor: Algunos padres que nos ayudan están enfermos o no tienen dinero para comprar regalos a sus hijos. Y también hay niños que no tienen la suerte de tener dos papás. Por eso, necesitamos que vuestros hijos se conviertan “un poquito” en Reyes Magos y compartan algunos regalos con los niños que no tienen tanta suerte como ellos.
Nada más. ¿No es demasiado, verdad? Cuando Maria te pregunte por primera vez quiénes son los Reyes Magos léele esta carta. Entenderá por qué nosotros hemos confiado en vosotros para hacer nuestro trabajo: porque sois las personas que más lo queréis en el mundo y que mejor pueden ver su enorme y bondadoso corazón de perla.
Melchor, Gaspar y Baltasar

21 de diciembre de 2014

El paquete de galletas

Cuando aquella tarde llegó a la vieja estación le informaron que el tren en el que ella viajaría se retrasaría aproximadamente una hora.
La elegante señora, un poco fastidiada, compró una revista, un paquete de galletas y una botella de agua para pasar el tiempo.
Buscó un banco en el andén central y se sentó preparada para la espera.
Mientras hojeaba su revista, un joven se sentó a su lado y comenzó a leer un diario.
De forma imprevista, la señora observó como aquel muchacho, sin decir una sola palabra, estiraba la mano, agarraba el paquete de galletas, lo abría y comenzaba a comerlas, una a una, tranquilamente.
La mujer se molestó por esto, no quería ser grosera, pero tampoco dejar pasar aquella situación o hacer de cuenta que nada había pasado; así que, con un gesto exagerado, tomó el paquete y sacó una galleta, la exhibió frente al joven y se la comió mirándolo fijamente a los ojos.
Como respuesta, el joven tomó otra galleta y mirándola la puso en su boca y sonrió.
La señora ya enojada, tomó una nueva galleta y con ostensibles señales de fastidio, volvió a comer otra, manteniendo de nuevo la mirada en el muchacho.
El diálogo de miradas y sonrisas continuó entre galleta y galleta.
La señora cada vez más irritada, y el muchacho cada vez más sonriente.
Finalmente, la señora se dio cuenta de que en el paquete solo quedaba la última galleta.
“No podrá ser tan descarado”, pensó mientras miraba alternativamente al joven y al paquete de galletas.
Con calma el joven alargó la mano, tomó la última galleta, y con mucha suavidad, la partió exactamente por la mitad.
Así, con un gesto amoroso, ofreció la mitad de la última galleta a su compañera de banco.
- ¡Gracias! – Dijo la mujer tomando con rudeza aquella mitad.
- De nada. – Contestó el joven sonriendo suavemente mientras comía su mitad.
Entonces el tren anunció su partida…
La señora se levantó furiosa del banco y subió a su vagón.
Al arrancar, desde la ventanilla de su asiento vio al muchacho todavía sentado en él andén y pensó:
“¡Que insolente, qué mal educado, qué ser de nuestro mundo!”
Sin dejar de mirar con resentimiento al joven, sintió la boca reseca por el disgusto que aquella situación le había provocado.
Abrió su bolso para sacar la botella de agua y se quedó totalmente sorprendida cuando encontró, dentro de su cartera, su paquete de galletas INTACTO.
Reflexión:
Cuantas veces nuestros prejuicios, nuestras decisiones apresuradas nos hacen valorar erróneamente a las personas y cometer las peores equivocaciones.
Cuántas veces la desconfianza, ya instalada en nosotros, hace que juzguemos, injustamente a personas y situaciones, y sin tener aun el por qué, las encasillamos en ideas preconcebidas, muchas veces tan alejadas de la realidad que se presenta.

16 de diciembre de 2014

EL BUSCADOR

Un día, el buscador sintió que debía ir hacia la ciudad de Kamir. Había aprendido a hacer caso riguroso de estas sensaciones que venían de un lugar desconocido de sí mismo. Así que lo dejó todo y partió.
Después de dos días de marcha por los polvorientos caminos, divisó, a lo lejos, Kamir. Un poco antes de llegar al pueblo, le llamó mucho la atención una colina a la derecha del sendero. Estaba tapizada de un verde maravilloso y había un montón de árboles, pájaros, y flores encantadores. La rodeaba por completo una especie de valla de madera lustrada.
Una portezuela de bronce lo invitaba a entrar.
De pronto, sintió que olvidaba el pueblo y sucumbió ante la tentación de descansar por un momento en aquél lugar.
El buscador traspasó el portal y empezó a caminar lentamente entre las piedras blancas que estaban distribuidas como al azar, entre los árboles.
Dejó que sus ojos se posaran como mariposas en cada detalle de aquél paraíso multicolor.
Sus ojos eran los de un buscador, y quizá por eso descubrió aquella inscripción sobre una de las piedras: “Abdul Tarej, vivió 8 años, 6 meses, 2 semanas y 3 días“.
Se sobrecogió un poco al darse cuenta de que aquella piedra no era simplemente una piedra: era una lápida.
Sintió pena al pensar que un niño de tan corta edad estaba enterrado en aquél lugar.
Mirando a su alrededor, el hombre se dio cuenta de que la piedra de al lado también tenía una inscripción. Se acercó a leerla. Decía: “Yamir Kalib, vivió 5 años, 8 meses y 3 semanas“.
El buscador se sintió terriblemente conmocionado.
Aquél hermoso lugar era un cementerio, y cada piedra era una tumba.
Una por una, empezó a leer las lápidas.
Todas tenían inscripciones similares: un nombre y el tiempo de vida exacto del muerto.
Pero lo que le conectó con el espanto fue comprobar que el que más tiempo había vivido sobrepasaba apenas los once años…
Embargado por un dolor terrible, se sentó y se puso a llorar.
El cuidador del cementerio, pasaba por allí y se acercó.
Lo miró llorar durante un rato en silencio y luego le preguntó si lloraba por algún familiar.
- No, por ningún familiar -dijo el buscador-. ¿Qué pasa en este pueblo? ¿Qué cosa tan terrible hay en esta ciudad? ¿Por qué hay tantos niños muertos enterrados en este lugar? ¿Cuál es la horrible maldición que pesa sobre esta gente, que les ha obligado a construir un cementerio de niños?
El anciano sonrió y dijo:
- Puede usted serenarse. No hay tal maldición. Lo que pasa es que aquí tenemos una vieja costumbre. Le contaré…: “Cuando un joven cumple 15 años, sus padres le regalan una libreta como esta que tengo aquí, para que se la cuelgue al cuello. Es tradición entre nosotros que, a partir de ese momento, cada vez que uno disfruta intensamente de algo, abre la libreta y anota en ella: A la izquierda, qué fue lo disfrutado y a la derecha, cuánto tiempo duró el gozo.
Conoció a su novia y se enamoró de ella. ¿Cuánto tiempo duró esa pasión enorme y el placer de conocerla? ¿Una semana? ¿Dos? ¿Tres semanas y media…? Y después, la emoción del primer beso, el placer maravilloso del primer beso… ¿cuánto duró? ¿El minuto y medio del beso? ¿Dos días? ¿Una semana?
¿Y el embarazo y el nacimiento del primer hijo…? ¿Y la boda de los amigos? ¿Y el viaje más deseado? ¿Y el encuentro con el hermano que vuelve de un país lejano? ¿Cuánto tiempo duró el disfrutar de estas situaciones? ¿Horas? ¿Días?
Así, vamos anotando en la libreta cada momento que disfrutamos… Cada momento.
Cuando alguien se muere, es nuestra costumbre abrir su libreta y sumar el tiempo de lo disfrutado para escribirlo sobre su tumba. Porque ese es, para nosotros, el único y verdadero TIEMPO VIVIDO”.
Jorge Bucay

14 de diciembre de 2014

Convivir con un niño con hiperactividad

En los últimos años hemos oído mucho hablar del trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), ya que cada vez más niños son diagnosticados con dicho trastorno. Cada vez son más los padres y profesores que se alarman cuando el comportamiento del niño no es adecuado o cuando molesta más que los otros niños.

Quizá nos asuste la idea de que nuestro hijo sea más movido que los demás niños de su edad, que interrumpa con frecuencia o no realice las tareas de casa y el colegio. Hay que tener en cuenta que las características de cada niño son diferentes y  ello no implica necesariamente que nuestro hijo tenga algún problema.

Además, los padres tienen que comprender que no es algo pasajero, que pasa a medida que su hijo crece, sino que requiere trabajo hacer que nuestros hijos aprendan a adaptarse a las necesidades del entorno. En estos casos, la constancia y la paciencia, por parte de los padres, para la educación de los niños con este trastorno, es fundamental.

Este trastorno, no sólo se caracteriza por los síntomas que podemos observar en el niño, sino que afecta de manera negativa tanto a sí mismo como al entorno en el que se relaciona:
  • Pueden tener problemas a la hora de aprobar las asignaturas por no llevar las tareas hechas. Tienen dificultades para aprobar exámenes por no leer bien los enunciados (inatención) o contestar de manera impulsiva
  • Pueden repetir curso.
  •  Suelen discutir con sus compañeros por no cumplir las normas del juego
  •   Pueden llegar a ser rechazados por sus iguales y sentirse aislados
  •  Las familias pueden tener un mayor nivel de estrés y una mayor frecuencia de sufrir síntomas depresivos
  • El niño puede tener baja autoestima

Convivir con un niño con hiperactividad puede resultar complicado si no se toman las medidas necesarias. En primer lugar, debemos dirigirnos a un especialista que haga una evaluación para descartar o no el problema, y en el caso que fuera necesario planificar un tratamiento adaptado a los problemas de niño.


Te damos algunas pautas útiles para que apliques en casa, con el objetivo de mejorar la convivencia y el desarrollo escolar y social de tu hijo.

-    Planifica las actividades diarias. Establece con tu hijo un horario en el que se vean reflejadas todas actividades que abarca el día, desde la hora de despertarse, hasta la hora de comer, hacer deberes o de ir a la cama. El horario debe estar colocado en un lugar visible para todos.

-     Establece normas en casa. Es importante el niño conozca tanto las normas como sus consecuencias positivas o negativas.

-      Asegúrate de que entiende las instrucciones. Las instrucciones deben ser cortas y muy concretas. Antes de que realice la instrucción, pregúntale qué es lo que tiene que hacer, así comprobarás si lo ha entendido o no.

-        Premia las buenas conductas. Las personas, y más en concreto los niños, aprendemos por un sistema de refuerzos y castigos. Es importante premiar las conductas que consideramos adecuadas si queremos que las vuelva a repetir.
Premia también el esfuerzo que hace a la hora de estudiar, no tanto los resultados que obtenga en las asignaturas.

-       Aplica lo aprendido en otros ámbitos. Para conseguir un buen funcionamiento de nuestro hijo, es adecuado que las normas y recompensas se establezcan de igual forma en otros ámbitos. Por ello sería importante que los profesores usaran las mismas estrategias que los padres.


Silvia Abbad-J.A.